One-shot ♡Gustacio♡

Siempre Juntos

Se quitó el pasamontañas y se sacó sus zapatos, acomodandose en su gran cama.

Tomó su teléfono, y buscó entre sus contactos aquel número especial, hasta que lo encontró

Marcó al número reflejado en su pantalla y esperó en la linea.

Bic

Un tono

Bic

Dos tonos

Bic

Tres tonos

~Deja tu mensaje después del tono~

¿Hola? Gustabo...

Un silenció reino en la línea de teléfono.

Soy yo, Horacio... se que últimamente te he llamado mucho, puede que te moleste, pero... te extraño, aunque creo que eso ya lo sabes, espero que lo sepas.

¿El trabajo?, va bien, algo atareado, pero ya sabes, lo mismo de siempre, investigaciones, atracos, etc, etc, etc.

Bueno,ese no es el punto, quería contarte que hace unos días estuve pensando en cuando éramos niños, ¿Recuerdas cómo me protegias?, por supuesto que lo haces, fueron muchos años juntos, eramos tan indefenso, luchando cada día contra el mundo, aún de adultos seguiamos haciéndolo.

Recordé las noches en las que dormiamos abrazados para que el frío no nos afectara, recuerdo cuando me defendias y me decía que no debia preocuparme porque tu me protegias, también cuando por curiosidad te pedí un beso, Dios, eramos tan inocentes.

Recuerdo como soliamos ir sin preocupaciones por las calles, siendo adolescentes, mientras nos burlabamos silenciosamente de la gente.

Recuerdo aquel primer apartamento que compartimos, no era el mejor, pero era acogedor, era nuestro, lo pagamos con los salarios que ganamos en pequeños trabajos que podíamos conseguir en nuestra adolescencia.

Recuerdo cada cumpleaños que pasamos juntos, siempre tenías los mejores regalos para mí... lamento nunca haber tenido un regalo tan increíble como los que me dabas.

Recuerdo que por casualidad venimos a parar a Los Santos, comenzamos de basureros ¿Recuerdas?, y al igual que el mundo da vueltas, y el destino es impredecible, terminamos trabajando en el CNP, bueno, ahora ya no se llama así.

Y cuando nos disfrazamos de Volkov y Conway, Madre mía, que buenos porrazos que nos llevamos.

– Río con melancolía –

Recuerdo cuando estabamos infiltrados en la mafia, tambien cuando eramos Dan y Fred.

– Suspiró –

Siempre estabamos juntos, en las buenas, en las malas y en las peores; siempre fue así, siempre juntos, y agradezco que fuera contigo con quien pasé tantos momentos de mi vida, eres a quien jamas podria olvidar, Gustabo.

Pasabamos momentos tan divertidos juntos, que ahora se me hacer difícil volver a sentir aquella sensación de felicidad que tenía cuando estabas a mi lado, se que siempre me haz dicho que sonría y que no me encierre en lo malo, pero es inevitable no hacerlo si tu no estas a mi lado, te extraño mucho.

Dicen que el tiempo lo cura todo, pero creo que no esta funcionando conmigo.

– Sonrió –

Dejaré de llorar, lo prometo, pero llamarte me tranquiliza un poco, ¿Sabes? Siempre fuiste la persona más importante en mi vida, bueno, eso siempre estuvo claro, eras más importante que cualquier amor que haya podido tener, y que cualquier logro que consiga, tu estas en ese primer lugar, siempre lo estarás.

Extraño tenerte a mi lado, no sabes cuanto te extraño, Gustabo.

Lágrimas caían sin consuelo por la mejilla del moreno, los sollozos se hacian presente, mientras intentaba callarlos, sin exito alguno.

Cortó la llamada y se recostó en su cama, abrazando una de sus almohadas, esperando sentir ese pequeño calorsito que le solía brindar el ojos oceanicos, aguardando caer en brazos de morfeo, mientras recordaba todos los momentos vividos con el rubio, que marcó su vida de una maravillosa y caótica forma, que jamas se desvaneceria.

....

.

.

....

Sus párpados pesaban, pero poco a poco estos se abrían de par en par, dando vista a su habitación, se levantó de allí y cambió su ropa por algo casual, hoy daría un pequeño paseo matutino, sin rumbo, dejando que el corazón lo guiara a donde quisiera.

Inmerso en sus pensamientos, caminaba con pasos firmes, mirando el suelo y a lo pocos coches que veía pasar  por la carretera.

El paisaje no era muy alentador ese día, los colores grisaceos del cielo combinaban con su estado de ánimo, el viento soplaba en ráfagas fragiles, pero algo potentes, y el sonido ambiental de las hojas balanceándose acorde al viento, reflejando perfectamente sus sentimientos en el paisajismo a su alrededor.

En el camino, se topó con algo que llamo su atención, unas flores azules muy hermosas, un azul tan vivo y oceánico, atractivas a la vista, sin saber el porqué lo tranquilizaban tanto esas flores, arrancó unas cuantas.

Y esta vez, ya sabía donde iría, esta vez, tenía claro su destino.

Caminó unos largos minutos, hasta llegar a su destino, en el cual se detuvo, con esas preciosas flores en sus manos.

– Hola Gustabo, te traje Flores – Suspiró con una sonrisa – Se que no te gustan las cosas cursis, pero me recordó cuando me diste unas flores al salir de federal –

– Y quería devolverte el jesto, despues de años, lo se, pero dicen que más vale tarde que nunca, aunque ya sea muy tarde, te quiero mucho, Gustabo, siempre lo hice, lo hago y lo haré –

Una pequeña lágrima rodó por su mejilla, se agachó y dejó esas hermosas flores azules oceánicas en aquella tumba con el nombre de su amigo, su compañero, su alma gemela y su amor de toda la vida, Gustabo era eso y más  para él.

Porque se mantuvieron juntos todo el tiempo que pudieron, luchando contra el mundo codo a codo, siendo ellos, y sintiendose afortunados de que sus vidas se cruzaran, siendo dichoso de poder gozar de esa compañía incondicional y ese amor verdadero, que cualquiera que se les acercara podia notar.

Y por él, seguiría adelante, haría que se sintiera orgulloso de todo lo que podía hacer, y de lo lejos que llegaría, porque se lo debía, porque quería demostrarle lo capaz que era.

De aquel ramillete de azuladas flores, tomó una, esa sería la suya, simbolizando físicamente, que aún compartían algo juntos.

Porque era un hecho que los recuerdos, la memoria y el pasado era la más viva prueba de que compartieron una vida al lado del otro, y de lo que alguna vez prometieron, estar siempre juntos, como el duo inseparable que siempre fueron.

Pero esta vez... era solo Horacio.

– Solo, otra vez, pero esta vez seguiré por ti, Gustabo, porque te lo debo...  porque te amo –

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