Un leve balanceo me hizo recobrar la consciencia por un momento. Sentía los párpados pesados, muy pesados. No sabía donde estaba.
Un olor a café y tostadas inundó mis fosas nasales, y fue cuando me di cuenta de que tenía hambre.
Con un enorme esfuerzo conseguí entreabrir los ojos por un momento. Me encontraba recostada sobre una cama grande, y muy cómoda también. Pero esa no era mi cama, ni mi habitación, ni mi casa. Tampoco era la casa de Emma, pues ya había dormido allí muchas veces.
De repente imágenes de todo lo que pasó ayer llegaban a mi cabeza atropelladamente. Ventana, Emma, bosque, lobo... ¿Qué diablos había pasado? ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Emma?
Sin darme cuenta me había incorporado y algunas lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas, que ahora deberían estar rojas.
-Mierda...-susurré a modo de sollozo. Llorar ahora no era lo más inteligente, y lo sabía, pero no podía evitarlo.
-Veo que ya te has despertado, preciosa- pegué un salto y ahogué un grito al escuchar esa voz que se me hacía terriblemente conocida. Me di media vuelta y miré al hombre que me había hablado, su tez era pálida, pero no lo suficiente como para calificarle de blancanieves; sus ojos, una mezcla entre azul y castaño me atraparon y no me soltaron; su pelo corto castaño reflejaba rayos de luz que llegaban a el y sus labios...solo sé que se movían en mi dirección, pero yo no le escuchaba. -Has estado ahí dormida 2 días, supongo que tendrás hambre, ¿quieres desayunar?- de pronto dejó de moverlos y se quedó mirando para mi, como esperando una respuesta.
-¿Qui-quién eres tu?¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí?-ni yo misma sabía por qué mi voz había salido tan...poco temblorosa.
-¿Nunca te han dicho que no se responde una pregunta con otra pregunta? Pues esta mal, y peor es hacerlo con tres.-suspiró pesadamente- Me llamo Alan, estás en mi casa y ahora mismo te estaba invitando a desayunar.
Me quedé mirándole durante unos segundos que me parecieron eternos, hasta que al fin le contesté -Estoy hambrienta.- A lo que él me respondió con una media sonrisa y un movimiento de cabeza que quería decir que le siguiera.
Me levanté lentamente de la cama, puede que haya estado durmiendo dos días, pero estaba cansada.
Salimos de la habitación y nos dirigimos hacia la cocina por un largo pasillo de paredes azul oscuro, decorado únicamente con algunos cuadros grandes de paisajes.
La cocina era enorme y estaba totalmente equipada, como las que salen en los concursos de la tele. Estaba sorprendida. Esto era muy bonito.
-Siéntate-me dijo Alan.
Le obedecí y me sirvió un vaso de zumo de naranja, un tazón de leche, cereales, tostadas, una manzana, mermelada de fresa y de melocotón y un yogurt natural. No pretendería que yo me comiese todo esto, ¿no?
Se sentó frente a mi y comenzó a observarme mientras me bebía el vaso de zumo. Me hacía sentir incómoda.
-¿Por qué no dejas de mirarme?- le pregunté.
Él se limitó a encogerse de hombros.
-¿Cómo he llegado aqui?- él suspiró y cerró los ojos, agachando la cabeza. Parecía que no le resultaba fácil contármelo.
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Holaaa!
Siento la tardanza, pero tengo muchos exámenes jajaja
Cometar y votar por favor.
Nos vemos en el próximoo.
Muaks!