Llevaba diez minutos esperando su respuesta. Alan me miraba directamente a los ojos con un brillo de tristeza en ellos.
-¿Y bien?- le pregunté ya un poco harta de tanto esperar.
-¿Y bien que?
-¿Me piensas contar algo?
-¿Sobre que?-este hombre o era tonto o me quiere poner de los nervios, me estaba empezando a enfadar.
-Ah no se, sobre ¿cómo llegue aquí tal vez? ¿y por qué estoy aquí? ¿Dónde está Emma? O por Dios, ¡mi padre!- me estaba agobiando yo sola con tantas preguntas y ninguna respuesta, él se limitaba a reír, ¿qué mierda le hacía tanta gracia?
-Está bien, tranquila, yo te traje aquí, no te puedo decir el por que, tu amiga está bien, se encuentra en su casa, está perfectamente, y tu padre...bueno, no es tu padre.
-¿¡Qué!?- grité sin darme cuenta. Espero que esto sea una broma, pero no tiene gracia, me estaba empezando a asustar, tenía que salir de aquí.
Me levanté rápidamente y empecé a correr. ¿Hacia donde? Ni yo lo sabia. Solo quería irme de aquí.
Escuché a Alan decirme que me detuviese, que estaba a punto de llegar, pero no a quien se refería, tampoco me importaba. Este hombre estaba loco.
Corría por un pasillo interminable cuando unos brazos me agarraron por detrás y me levantaron, quedando mis pies pataleando el aire y mi boca tapada por una gran mano. Esto ya se estaba haciendo costumbre, y no me gustaba nada.