El orfanato el hombre extraño y el auto azul

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Emma abrió sus ojos, somnolienta. Al hacerlo, se dio cuenta que no se hallaba en su habitación, sino en un cuarto desconocido. Las paredes, blancas y desnudas, no pertenecían a ningún lugar que ella conociera. A su lado, se encontraban algunas camas individuales cubiertas por diferentes mantas de colores opacos: gris, marrón, rojo oscuro, verde tierra. Se puso de pie, intentando decifrar que hacia alli, mientras sus ojos celestes examinaban cada rincón para ver si había alguien que pudiera responder a su pregunta. Al final de la habitación había una puerta de madera gastada y sucia, que se abrió súbitamente dejando paso a una multitud de niños de todas las edades y apariencias que inundaron la alcoba, gritando, riendo, saltando y hablando.

-¿Quiens son?¿Que hago hago aquí?- pregunta Emma mirando la oleada de pequeños entrar el cuarto.

Pero los niños la ignoraban, aparentemente sin notar la precensia de la chica junto a la cama del fondo. Pero de pronto, Emma sintió una extraña fuerza y dirigio su mirada hacia la puerta, de donde provenía esa extraña atracción. Apoyado en el marco se hallaba un niño de unos quince años, cabello pelirrojo y ojos casataños, que miraba en su dirección fijamente, visiblemente asombrado. Emma noto una rara luz verde que emanaba el cuello del chico, y agudizo su vista para lograr ver que era lo que hacia que brillara levemente. Noto que la causa era una extraña figura en el lado izquierdo del cuello del joven. Era como una estrella sin terminar atravesada por dos líneas horizontales paralelas. El chico, al notar que miraba su cuello, toco con su mano la zona donde se hallaba el símbolo y sorprendido vio el fulgor que salía del costado de su garganta. Súbitamente el sonido de las voces se fue apagando y una extraña oscuridad devoro la sala y con ella todo lo demás.

Emma se encontraba sentada en la parte trasera de un auto que no era el suyo. El tapizado era de cuero blanco y negro y el auto, obviamente en movimiento, avanzaba a una alta velocidad . El chofer vestia un abrigo negro que cubria su espalda, mientras que un sombrero marron ocultaba su cabeza y cabello. Por el espejo retrovisor, Emma pudo observar que un auto los perseguia. Era un Falcon Futura plateado que se encontraba muy pegado al automóvil en el que ella se encotraba, chocando la parte posterior provocando impactos que hacían que Emma perdiera el equilibrio. Se asomo a la ventana y vislumbro que el vehiculo que conducia el extraño del sombrero era el mismo Ford Coupe azul que había visto el dia anterior. Confudida y preocupada, buscaba la manera de salir de este aprieto, mirando las puertas a sus costados cerradas con pestillos, mientras intentaba recordar como y cuando se había metido en este enriedo.

-Tranquila, Emma, todo estará bien- me dice el conductor con fingida tranquilidad mientras enfoca su mirada al frente.

- ¿Qué rayos hago aquí?¿ Y como sabes mi nombre?- le pregunta la chica de cabello cafe, pero el ignora su pregunta y mantiene la vista en las calles.

El auto se detiene de golpe, haciendo que Emma se golpee la cabeza con el asiento en frente. Mientras un haz de luz cegaba su vista, pudo ver que el hombre que conducia poseía una barba rubia.....

Emma se despertó de golpe, con su respiración jadeante y una mirada preocupada. Mirando a su alrededor, se tranquilizo al observar que se encontraba en su habitación y confirmando que todo había sido, simplemente, un sueño. Fido se encontraba a los pies de su cama, durmiendo plácidamente, con una exresion angelical. Saliendo de su cama, oyo que la televisión y la radio estaban encendidos. Pensando que su madre se encontraba viendo alguna telenovela y su padre escuchando las noticias, despertó a Fido y bajo las escaleras aliviada de que se encontraba en su hogar con su padre y su madre.

Pero al llegar a la planta baja y mirar la sala de estar, contuvo la respiración al observar que ni Margaret ni Victor estaban allí. La tele se hallaba prendida, pero nadie la estaba observando, y la radio emitia una interferencia. Desesperada, la joven Parkison empezó a registrar toda casa, de arriba hacia abajo con ayuda de su fiel mascota. Pero ni rastro de su familia. Con los ojos cristalizados , Emma salió a calle desierta, donde lo único que se oye es el rugido del viento.

-¡Mamá!¡Papá!- grito con fuerza, las lágrimas corriendo por sus mejillas.

Pero nadie respondía a su llamado. Callando de rodillas en el medio del asfalto, balbuceando el nombre de su madre y su padre entre sozollos, Fido lamia su cara intentando consolar a su dueña. Emma lo atrapo entre sus brazos y se abrazó a él con fuerza, intentando liberarse de la tristeza que la perseguía. De pronto, entre las lágrimas que obstruían su vista, vio el famoso auto azul que había visto en su sueño. Caminando lentamente , con Fido pisándole los talones, se acerco para observar detenidamente el auto que la fascinaba. Pero súbitamente una venda cubrió sus ojos. Oyo a Fido ladrar y gruñir antes de que se oyera un golpe y su perrito callara.

-¡Fido!- exclamo mientras buscaba al cachorro con sus manos.

Pero este no le respondia y, mientras era conducida a un lugar desconocido, oyo como se abria la puerta de un coche y era metida dentro. Sintió como depositaban a su mascota sobre su regazo y, entre tanto ella acariciaba a su perro, el auto arranco.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2015 ⏰

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Las aventuras de Emma Parkinson: la marca del hechiceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora