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pasaron un par de días desde que brian le entregó su ensayo a freddie, el extraño ensayo que él no había escrito, más sin embargo lo había beneficiado.
brian estaba tan confundido, el no lo había escrito, entonces ¿quien fue?
may se encontraba leyendo un libro en la comodidad de la sala de su departamento, pero la música que salía de la gran mansión lo desconcentraba. abrió la ventana que estaba atrás de él y observó a muchas personas saliendo y entrando de la lujosa residencia, era una fiesta, fiesta a la cual había sido invitado pero may no tenía intenciones de ir.
lo pensó de nuevo por un par de segundos, ¿por que no ir? al fin y al cabo no le haría mal divertirse.
se encaminó al baño para darse una ducha rápida y luego eligió lo que usaría, su vestimenta constaba de un traje color beige, además de zapatos de charol, quería lucir decente pero no muy extravagante.
una vez estuvo listo cerró la puerta de su vivienda y se dirigió a la entrada de aquella gran casa, al entrar notó que era un ambiente muy tranquilo y elegante. caminaba lentamente por el pasillo, examinando a todas las personas que estaban ahí, eran personas muy importantes, sin duda alguna.
tomó un daiquiri que le ofreció un mesero cuando pasó por su lado, y brian gustoso aceptó.
llamaba la atención de muchas mujeres, era un hombre atractivo, de eso no había duda.
se paró a mitad del pasillo para apreciar una hermosa pintura que estaba colgada en la pared, brian era fanático del arte, le encantaba. una voz lo hizo salir de sus pensamientos, así que rapidamente volteó y vio a la propietaria de la casa, daniela taylor, acompañada de otro hombre que brian no había visto nunca, pero que supuso era su esposo.
—¡brian! me alegra que hayas venido —exclamó alegremente la mujer, a lo cual brian le respondió con una sonrisa —cariño —le dijo al hombre a su lado —el es brian may, el nuevo inquilino, brian, él es roger taylor, mi esposo.
—encantado —habló roger, estrechando las manos con may.
—el gusto es mío, señor taylor —expresó brian, como todo un caballero.
—mi esposa te elogia mucho —confesó roger —¿como está el departamento?
—es excelente, la propiedad es hermosa —aseguró el ruloso.
—muchas gracias, brian, eres un buen chico.
hablaron por un par de minutos y después los taylors tuvieron que ir a seguir recibiendo a los invitados.
