C I C A T R I C E S

29 6 4
                                    

Vlad había sido formado a base de dolor y maltrato  para volverse el demonio que empalaba. Maltrato que había marcado su espalda recordándole cada día el motivo de tal salvajismo impregnado en su cuerpo y alma.

La primera persona que vio esas cicatrices sin miedo o pena fue Mina.  Vlad había regresado a casa y su amada Mina estaba ahí. Él cambió. Ella también. Pero su amor se fortaleció. Razón por la cual le propuso matrimonio. Vlad sentía que al fin podría detenerse y ser sólo quien ella veía,  su amado. No el monstruo que crearon. No el monstruo que él mismo se sentía.

Y ella lo rechazó.

—Vlad, te amo pero no quiero pasar por lo que las reinas pasan. No quiero entregar a algún hijo nuestro. No lo soportaría. Ni siquiera por el bien del pueblo que tanto amamos. No soy una Reina y no quiero serlo.

Él lo entendía. Él tampoco quería entregar algún hijo a los turcos como su padre lo entregó. Amaba a Mina y estaba seguro que amaría con esa intensidad a su hijo o hijos ¿pero los podría poner sobre su reino? Después de todo él mismo se había sacrificado por ellos,  estaba arraigado el hacerlo al ser miembro de la realeza de su pueblo. Mina sonrió sabiendo lo que pensaba y con una caricia se alejó.

La amaba. Ella era su lugar feliz y quien le daría familia. Quien lo salvaría de él mismo.

—¿Qué está haciendo un Rey tan alejado de su pueblo?

Con un sobresalto sacó su espada. Este hombre se había acercado sin que se diera cuenta. Esto no pasaba desde que se volvió quien era.

—Calmate. No vengo en son de guerra,  soy solo un viajero solitario que tiene mucha curiosidad en la humanidad.

"Humanidad"  lo dijo de una forma ajena. A veces Vlad también lo decía así, cuando no se sentía humano, cuando sentía más al monstruo dentro suyo.

—No creo puedas saciar tu curiosidad cuando no siento poseer tanta humanidad.

—Eres humano,  hagas lo que hagas sigues siéndolo. No sabes lo que es un verdadero monstruo.

—¿Y tú si?

La risa del hombre sonó baja pero muy clara.

—Oh,  Rey. Si supieras.

Vlad se sintió tan pequeño e ignorante. Se sintió como cuando estuvo en poder de los turcos y detestaba eso. No quería luchar pero tampoco quería quedarse a seguir escuchando a ese hombre así que se volteó decidido a alejarse. Hasta que sintió un toque fantasma en su espalda.

—Fascinante cicatrices. Debiste sufrir mucho y por tanto tiempo. Años que parecen siglos. Dolor que parece condena.

—¡Sueltame!

—¿Quieres seguir sufriendo?

No fue tanto como lo dijo sino como lo miró. Era en verdad curiosidad. No había pena ni miedo. Como Mina. Pero mientras ella lo había mirado con respuestas sobre cómo le ayudaría. Ese hombre parecía tener preguntas para que él mismo se ayude.

—¿Quién quisiera sufrir?

—Entonces porque te sigues negando a estar bien ¿no has sufrido lo suficiente por ese deber real?

—El deber real muere conmigo.

—En realidad tu deber real murió cuando fuiste entregado. Ya lo pagaste ¿no lo crees? Y además si tanto dices ser un monstruo, puedes matarlos si se atreven a tocar a tu familia. Muerde la mano con la que te crearon. Un creador no es siempre para alabar o temer. Créeme, lo sé.

La sonrisa que dio fue misteriosa e irónica.

—¿Y cómo te fue con tu lucha con tu creador?

—Eres perspicaz, por eso voy a responderte. Me fue mal pero sigo luchando.

Vlad se dio cuenta que el hombre empezó a acariciar sus cicatrices,  lo sentía pero al mismo tiempo era como si fuera tocado como el más frágil cristal. O la más fascinante criatura.

—Si fallo estrepitosamente por tus consejos,  te voy a encontrar y al que voy a morder será a ti.

—O puedo morderte yo.

Vlad sintió el poder de este hombre delante suyo.

Vlad hasta pudo desear seguir a este hombre que lo seguía acariciando.

No se sentía atraído como un amante a otro sino como cuando sientes el poder superior y deseas servirle. Vlad al ser criado de forma militar donde el poder lo era todo, fue más influenciado por esto. Estuvo a punto de preguntarle al hombre por su verdadera naturaleza cuando escuchó su nombre ser llamado por sus compañeros más fieles.

Era el Rey y se había ausentado demasiado tiempo.

Ellos debían estar preocupados.

Mina debió estarlo también.

Mina, el porque estaba aquí pensando alejado.

Mina a quién debía volver y decirle que ni un hijo más sería entregado a los turcos. El dolor terminó con él.

Mina a quien le daría felicidad y tranquilidad. Y la promesa de que no sería la Reina que llora por un hijo entregado.

—Parece que obtuviste tu respuesta justo a tiempo. Si nos volvemos a ver espero que hayas ganado,  Rey Dragon.

Y con eso el toque desapareció.

Vlad quedó en medio del lugar pensando en que tal vez si había verdaderos monstruos allá afuera.

Y hacían más que empalar.

Estos te visitaban para saciar su curiosidad.

Tal vez hacían más que eso.

Aunque tal vez jamás lo volvería a ver para descubrir que más secretos tendría ese extraño hombre.

Vlad era humano al fin y al cabo, monstruo o no, vivirá una vida limitada como cualquiera de ellos.

Pero viviría esa vida bajo sus términos, reglas y deseos. Ya había dejado mucha de su existencia siendo esclavo de otra persona. Era tiempo de sanar como sanaron sus heridas. Siempre tendría sus cicatrices, recordatorio de que vivió un infierno pero también de que salió respirando de este. Le fue mal pero seguiría luchando como el extraño atrayente dijo.

—Yo también espero que sí volvemos a encontrarnos, hayas ganado.

Tal vez ya habían ganado al encontrarse esa noche.








-----------
Tenía escrito esto hace mucho pero me faltaba finalizarlo porque lo sentía cortado. Espero haya podido lograrlo. Buenas noches y espero que este mes que empieza sea muy bueno para todos.~

Nos vemos.

B l o o d & H e l l Donde viven las historias. Descúbrelo ahora