Extra: Cinco primeras veces y una segunda vez.

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Se oyen voces lejanas; suenan con eco, como en los sueños. Raoul sabe que están ahí, pero es incapaz de distinguir una palabra, no cuando su lengua está teniendo pelea física con la de Agoney, no cuando es la primera vez que comparten saliva de esa manera. 

Siente unas manos aferradas a su cintura, apretando lo justo para no dejarle escapar (aunque no es algo que quiera hacer en un futuro inmediato), mientras que entre sus dedos juegan los mechones morenos de su 'tete'. 

El intercambio de saliva es desordenado y desentrenado, poco sutil y aún menos elegante, pero es la primera vez que al rubio le tiemblan las piernas de esa manera liándose con alguien. Pero es normal, no es 'alguien' cualquiera sino la persona que ha ocupado sus pensamientos los últimos meses (al menos de forma consciente), su mejor amigo y, desde hace unos minutos, algo más.

Aún no lo sabe nadie más que los dos compañeros con los que compartían góndola y un conductor italiano que tiene una anécdota más que contar e inventar, porque no se ha enterado de nada. 

Ha sido poner un pie en tierra firme, labios rojos y dedos entrelazados, y Agoney le ha arrastrado al primer callejón que ha visto cerca de la zona de embarque. No saben si les estarán buscando, tampoco si se habrán ido sin ellos, pero poco les importa. Estamos en una isla, ¿qué más da?

- Buah, me flipan tus labios, tete. - Le dice Agoney en una de las pausas que toman para respirar.

- Y a mí tu lengua. - Y saca la suya para dar un lametazo a los labios del moreno para remarcar su frase.

- Ya te dije que sabia utilizarla. - Ríe Agoney. 

- Cállate, idiota. - Contesta Raoul, sonriente, mientras le da un golpe en el pecho y se aleja un poco para poder mirarle bien a la cara.

- Ahora puedes hacerlo tú. - Le reta, pícaro, alzando una ceja. 

- No me tientes... 

- Eso es lo que hago, enano. 

- Eres imbécil... 

Y se insultan, porque en su vocabulario y entre ellos es una manera tan bonita como tantas otras de demostrarse que se quieren. Vuelven a su burbuja, a perderse en los labios contrarios, poco preocupados por el tiempo que pasa y mucho por descubrir cada recoveco de la boca del otro. Y cada uno de los toques que les hace jadear. 

Y entonces...

- Pero bueno, ¿qué tenemos aquí? ¡Ye, chavales, venirse a ver eso! 

Se sobresaltan en cuanto su compañero aparece dando voces a su lado y reventando en unos segundos el momento que estaban viviendo.

- Ricky... - Le reprende con pocas ganas Agoney, aún apoyado contra la pared y abrazando la cintura de Raoul contra su cuerpo, sin dejar que se separe. 

- ¡Que se estaban comiendo la boca! ¡Por fin! - Continúa a gritos, haciendo gestos a los rezagados de su grupo para que se acerquen con mayor rapidez.

- ¡Ricky! - Le riñe esta vez Raoul, en un intento de que baje la voz, mientras apoya la frente en el cuello de su 'mejor amigo', quien le abraza con más fuerza y deja un beso en su frente. 

Pero ya es muy tarde para riñas y todos sus colegas les rodean en un segundo (y también algunos simples conocidos, por el cotilleo). Les miran con algo de sorpresa pero se intuyen las sonrisas en todos ellos. Al parecer era algo que llevaban tiempo esperando.

- El Raouliko estaba buscando oro en la boca de Ago, madre mía... - Explica Ricky de la forma más basta. 

- Va, bro, no les piques. - Interviene Alfred.

Sumo 5+1 y me dan decimales [RagobesOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora