2

11.9K 573 123
                                    

Henry Adams

Desabotono tres botones de mi camisa mientras enciendo un cigarrillo. La sumisa que tengo enfrente libera mi falo y comienza a chuparlo mientras arqueo la cabeza hacia atrás cerrando los ojos, pensando en lo delicioso que había sido el tener sus labios en los míos.

Emma Ridley es mi maldita obsesión porque desde que la conocí esos malditos ojos y esa maldita sonrisa se metieron en lo más profundo de mi cabeza acabando con la poca razón que me quedaba.

<<Es la amiga de tu hija, Henry>> me repito una y otra vez mientras miro a Laurel, mi sumisa, chuparme la polla, imaginando a Emma hacerlo con esos labios tan antojables que se carga.

Suelto mi derrame en la boca de laurel y la veo tragarse mi semen disfrutándolo. Gruño y me acomodo la ropa ordenándole que se vista. Ella no me conocía como "El Lord", ella me conocía como Henry Evans, como el dueño de esta empresa y el hombre más rico del mundo.

—Toma. —Digo entregándole el maletín con el millón de dólares. Ella niega y baja la cabeza.

—No quiero que el contrato termine, Señor Evans. —Dice.

—Los términos fueron claros Laurel. Si alguna de las dos partes quería hacer a un lado ese contrato, este se anulaba. Y yo ya no quiero continuar. Soy un hombre de palabra así que aquí esta el dinero acordado al termino de cada contrato. —Digo haciendo trizas el papel que firmamos hace un año. Ella vuelve a negar.

—¡No quiero el dinero! ¡Lo quiero a usted! Un año no fue suficiente para mi. Quiero más. —Se pone de rodillas mirándome. —Por favor, renovemos el contrato. —Me suplica.

—No. Laurel ya ponte de pie y toma el dinero o si no lo quieres, bótalo, quémalo, comételo, tiralo en un rio, haz lo que se te antoje pero ya desaparece de mi vista que tengo mucho trabajo y poco tiempo. —Digo sentándome en mi silla abriendo los documentos que por ahora me interesaban leer.

Ella se levanta y se limpia las lágrimas.

—¿Es por que te dije que me estoy enamorando? —Susurra.

—No. Es por que ya me aburrí. A mi tus sentimientos no me importan Laurel. Sabes que solo era sexo. Sabes lo que firmaste y ahora entiende que llegó a su fin. Ya vete o llamaré a seguridad para que te echen de mi oficina. —Digo.

Ella toma el maletín con el dinero y vuelve a limpiarse las lágrimas.

—Esto no se va a quedar así. —Se va y río. No le temo a amenazas de mujeres completamente insignificantes y desechables.

Tomo mi teléfono y llamo a Benson, necesitaba que me confirme la noticia que quería escuchar desde hace años.

—Y bien... dime. —Digo ansioso.

—La muerte de Jackson Rickman está confirmada señor. La bala que usted disparó fue directo al corazón y ni Dios pudo salvarlo. —Sonrío.

—Buen trabajo Benson. —Cuelgo el teléfono y abro la lista de mis enemigos en mi computadora. Elimino a Rickman de ahí porque ya no significaría ni un problema más. Había acabado con esa miserable y asquerosa rata de alcantarilla.

—Ya me enteré de la noticia Lord. —Entra Matt con una botella de vodka y río.

—Hay menos mierda en este mundo. —Digo.

—Por fin.... oye, también me enteré que tu hija Julie se fue de tu casa. —Sirve dos copas. —¿Ella está bien? —Pregunta y levanto una ceja.

—¿Y tú porque preguntas tanto por Julie? —Digo. —Matt, ¿mi hija te gusta o qué? —Lo cuestiono y bebe en silencio su copa confirmándomelo. —Le doblas la edad Matt. —Río.

NUESTRO INFIERNO I || OFICIALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora