Me quedé embelesada unos segundos más, era una mujer hermosa, desprendía una energía imponente y dulce a la vez.
-señorita, ¿en qué te puedo ayudar? - traté de articular una oración lógica.
-soy una viajera... quise ver la ciudad desde la cúpula, aunque no sé si esté permitido.
- ¿cómo te llamas? - sería sospechoso decir que no sé quién soy, y eso la motivaría a indagar en mi historia rota... dije el nombre de mi enfermera.
-soy Helena. La mujer me escrutó con la mirada, yo vestía de negro en aquel templo blanco y virgen.
-muy bien Helena, te puedo ayudar, pero es una falta de respeto que entres así al templo, acompáñame. –dijo mirándome de arriba abajo.
La seguí medio hipnotizada, bajamos al segundo piso y cruzamos hasta el final de un blanco pasillo. Abrió la puerta y me invitó a pasar.
-toma un baño y cámbiate con lo que gustes, es un obsequio viajera Helena.
-gracias. Dije y cerró la puerta, dejándome a solas frente a un espejo que me atravesaba el alma, dejando ver mi cansancio emocional de estos días. Me desnudé y entré en la tina, estaba cálida y muy relajante, traté de que mi cabello no se mojara, pero al final me sumergí totalmente en aquellas aguas aromáticas. ¿mi antiguo yo confiaría en esto? Daba igual -pensé- ya perdí mi memoria, si pierdo la vida no dolerá, porque ya no tiene mucho sentido, aunque lo busque... traté de retirar esos pensamientos de mi mente y observé los vestidos que colgaban de un largo perchero, se veía un poco tétrico pero hermoso. Después de secarme, elegí el que parecía menos traslucido, era manga sisa con escote pronunciado en V y algunos pliegues delicados en la falda que arrastraba un poco más debajo de mis talones, vi un trozo de velo blanco sobre una silla y lo até a los tirantes del vestido, semejando una capa que me cubría los brazos. Traté de secarme el cabello, pero al final lo recogí en una trenza baja. Salí del cuarto y vi a la mujer esperándome recostada en el pasillo ¿había estado todo el tiempo ahí?
-te ves hermosa
-gracias...
Caminamos nuevamente hasta el tercer piso y me abrió la puerta, ante mí se expandió un bellísimo jardín recubierto por una brillante cúpula que dejaba ver el sol de la tarde.
-adelante, ¿qué estás buscando?
-un teatro viejo- dije aún embelesada ante tal paisaje.
-ya veo, eres parte de la resistencia ¿no?
Mi mirada se ensombreció, decidí decirle la verdad.
-no lo sé, perdí la memoria hace unos días luego de un ataque, y la única persona que parecía poder responderme huyó.
-entiendo... la verdad es que yo sé quién eres, bueno no, sé algunos datos. El gran maestro del templo de la luna me contactó por sueños y me mostró la premonición de tu llegada, hace años me mostró cómo se destruiría mi país-dijo mientras llevaba una de sus manos al pecho y apretaba el puño con fuerza- me molesté mucho...dijo que no podía hacer nada para evitarlo, que era un sacrificio para poder salvar el resto de los países, el tuyo, por ejemplo. Luego de años de preparación, acepté la muerte como una parte más de la vida y me resigné. Hace varias semanas en mi meditación matutina me mostró tu rostro, y algunas de tus batallas, así como la final. Entonces supe que eras parte de un gran engranaje que salvaría al resto de países, y hoy, viéndote, logro divisar todo el dolor que has tenido que sufrir para estar aquí... y todas las pérdidas de tu vida. – mi corazón se encogió sin razón, yo no recordaba nada, nada más que un cumulo de emociones confusas que me abrumaban.
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¿Destino?
Ficción GeneralSaber para qué estamos aquí, tener un propósito, nos mantiene vivos; pero ¿Qué sucede si una chica se debate los límites del destino en su propio ser? ¿Qué ocurre si a mitad de camino te cuestionas lo que se espera de ti? Esta es la historia de una...