cincuenta ;; final

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Harry cree que el mejor plan que tiene para pasar la Navidad es ir a un café 24h y simplemente pasarlo allí. Sus padres probablemente lo han llamado porque lo han invitado a casa a comer, pero Harry no tiene apetito ni ganas. Prefiere pudrirse solo en su miseria, revolcándose en la nostalgia al recordar lo humilde que era Louis; el ojiazul odiaba lo caro, para él lo mejor era un lugar animado y divertido donde conversar y jugar con la comida.

Louis a veces se ponía una patata frita sobre su labio superior y lo fruncía para que la patata se quedase. El ojiazul imitaba un acento francés muy exagerado y comenzaba a nombrar el menú del McDonnals con mucha elegancia y delicadeza, y Harry llegaba a reír a carcajadas.

En esa cafetería hay un anciano frustrado que está haciendo un crucigrama y una mujer con su hijo. El hombre viejo parece que se está decantando por una palabra de palabra de doce letras, pero Harry cree que finalmente no lo ha hecho al oír un gruñido malhumorado del hombre. El niño pequeño está mirando a Harry intensamente, y el rizado se llega a sentir algo incómodo por la fulminante y exigente mirada del cachorro.

El rizado trata de devolverle la misma intensa mirada cuando un camarero termina de anotar su pedido simple, café negro; pero el pequeño sigue mirándolo, y parece que Harry tan solo ha conseguido hacer todo esto más incómodo para él mismo.

Trata de ignorar al niño de ocho años que lo mira y al cual su madre no presta atención alguna, porque está tecleando algo en su teléfono y está prácticamente sumergida en la pantalla. "No son fechas en las que uno está fuera, solo, en Nochebuena y en una cafetería de mala muerte" El hombre rechoncho que limpiaba las losas pringosas con una fregona, habló.

Harry levanta la mirada, frunciendo un poco el ceño "Pero esta es su cafetería.."

"Sí, lo sé, por eso sé mejor que nadie que esto se cae a pedazos" Se mofa sarcástico el canoso hombre. Tiene una mancha en su delantal de café, se apoya en la fregona mientras mira con curiosidad a Harry "¿Qué haces tú aquí?"

El rizado parpadea, desconcertado "Vine a tomar un caf-"

"No, me refiero a qué haces tú aquí, en Nochebuena, solo y en un mugriento local como este" Dice, dejando la frase abierta "Eres joven y aún tienes mucho por delante, ¿ocurre algo?"

El hombre de cabello rizado piensa seriamente en el asunto, y en el hecho de si debería contarle sus problemas a un hombre viejo que acaba de conocer, y que tiene manchas amarillas en sus axilas.

"Bueno... Hay un chico que-"

"Ah, sí, siempre hay un chico" Ríe cómplice el hombre rechoncho. Le sonríe suave, y lo anima en silencio a seguir.

"... Un chico que amo, y que me ha dejado"

"No suena muy bien eso"

"Por supuesto que no"

"¿Te arrepientes?"

"¿Qué?"

"Pareces estresado y angustiado, te ves angustiado" Explica el mayor, alzando las cejas y señalándolo con el mentón "Está claro que te sientes culpable por algo que has hecho, ¿te arrepientes de lo que le hiciste a ese chico?"

Harry lo mira durante unos segundos, una mirada fija "Cada día, señor" Musita en un hilo de voz.

"¿Hace cuánto te dejó tu chico?"

"Un año y medio" Harry ha bajado la cabeza y no puede mirar la reacción del viejo, pero sabe que se ha sorprendido.

El rechoncho hombre de nombre Jack vaciló unos segundos antes de hablar "Eso es mucho tiempo" Murmura un poco "Cuando conocí a mi mujer, ella era la mejor chica que podías encontrar. Era dulce, atenta y amorosa, ¿y sabes lo que más odiaba? Las oficinas. Ella era administrativa, y siempre me pregunté: Bueno, ¿por qué odia las oficinas si trabaja en ellas?" Se rio él mismo "Pero amaba una buena taza de té y un croissant, eso siempre la calmaba. Cuando mi querida Margot tuvo cáncer, dijo que sus últimos años o meses de vida los dedicaría a montar y trabajar en una cafetería"

hi, i'm louis [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora