veintiséis

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Harry se encontraba mal desde por la mañana, cuando ingresó en las oficinas. Había sido un día muy cansado y pesado para él, o tal vez era por el hecho de que estaba algo resfriado y su cabeza dolía tanto como si lo estuvieran golpeando con un palo.

Harry quería estrellarse contra un muro de piedra, y con suerte matarse.

El día transcurrió de manera lenta y aburrida, agobiante y dolorosa; excepto en la hora del almuerzo, eso fue demasiado rápido, porque Louis y él hablaron por teléfono y ninguno quería colgar la llamada. 

Por primera vez en su vida, Harry odió su trabajo por ser tan agobiante a veces.

Él era adicto a el trabajo, Niall siempre bromeaba diciendo que estaba casado con su trabajo y que la soledad era su amante; a Harry no le hacía gracia, porque en el fondo no le gustaba la idea de estar tan solo. Pero él siempre dijo que estaba mejor sólo, y que así tenía una vida estable y libre de interrupciones.

Pero desde que Louis había llegado a su vida, simplemente no podía volver a la antigua y solitaria vida  de hombre casado con su trabajo. Le sería imposible aunque quisiera, Louis había logrado hacer que se enamorara y estuviese relajado por primera vez en su vida.

Sus padres habían dicho que querían conocer a Louis, Harry estaba horrorizado por la idea.

No se trataba de Louis, claro que no, pero las cosas entre ellos no eran oficiales y Harry temía que la burbuja que los rodeaba estallase. Además, sus padres eran algo que tal vez podría asustar o incomodar a Louis.

Su padre era profesor de historia, medio filósofo, que estaba jubilado desde ya para dedicar su vida la filosofía con frases sinsentido y con preguntas que responden a más preguntas, según él. Y su madre es una ecologista que está loca por el reciclaje y pinta cuadros extraños con las manos. Harry aún recuerda ese cuadro que su madre aseguraba que era un árbol sonriente pero a él le parecía más el mismo demonio con las ramas de los árboles como cuernos.

Por eso solo iba a casa por Navidad.

Harry se alegró de que su jornada terminara, y llegó a casa cruzando su puerta principal mientras ya desataba su corbata ajustada. Se desprendió de sus carísimos zapatos, recordando frescamente como le dijo a Louis que le regalaría unos tacones de Louis Vuitton y Louis se horrorizó, porque según el ojiazul esos zapatos costaban más que su alma.

Sin ser consciente, sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa al recordarlo.

No se negó cuando Louis dijo que iría a su casa, porque honestamente Harry quería que Louis se quedara allí por el resto de su vida. Porque con Louis, su enorme casa no parecía tan fría y sola, porque con Louis el rizado no se sentía solo bebiendo café por las mañanas, en un espacioso pero solitario comedor.

'Oye Louis, ¿te importa si voy más a menudo a tu casa? Oh, no te preocupes, es simplemente que me siento solo estando en la mía. Pero contigo se me olvida lo solo que he estado durante tanto tiempo, porque llenas cada rincón de felicidad'

Harry estaba seguro de que Louis se horrorizaría, porque él es un asco tratando de explicar sus verdaderos sentimientos. Harry admiraba a Louis demasiado, porque el menor podía decirle abiertamente un 'Te quiero'  sin sonar raro.

A Harry tampoco le agradaba Stan, porque ponía en duda el estar enamorado de Louis. Harry sabía lo que sentía, que no lo dijera a todas horas no significaba nada. Louis era de las pocas personas que lo entendían, Harry estaba agradecido de tenerlo; Louis le había dicho que no es necesario decir que amas a una persona siempre, es mejor decirlo pocas veces pero sinceras, a decirlo todo el rato y que sea falso.

hi, i'm louis [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora