El comienzo

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El comienzo

Cuando era pequeña había noches en donde dormir era algo imposible, intentaba contar ovejitas como siempre me habían dicho pero me desesperaba no saber cuándo sería el final del rebaño que se interponía en mi mente. Dejé de contar ovejas y solo contemplaba mi habitación oscura, ya que la luz siempre ha sido un problema para mí. Cuando por fin el sueño me vencía, había siempre un sueño recurrente que siempre aparecía. En ese sueño yo caía por un vacío oscuro, no me asustaba, no gritaba solo me dejaba caer, no sentía pero siempre quise saber el final de ese sueño, nunca pude averiguarlo porque antes de caer del todo me despertaba en medio del ocaso con algo de sudor en la cara y algo aturdida. Ahora mismo me encontraba en la misma situación, pero esto no era un sueño, esta vez sí sentía y aunque no era temor, era desespero, desespero por llegar al final de este inmenso túnel que me llevaría a ese reino que se había adueñado de mis sueños este último mes.

Esta vez el impacto si había llegado a mí, sentí el frío y duro suelo de aquel lugar. No quería abrir los ojos, pero sabía que ya había llegado, me era inevitable pensar que esta vez había cumplido y había llegado al final de aquel sueño que interponía mi descanso.

-¿Querida estás bien?- Una voz varonil hizo abrir los ojos.

Mis ojos captaron esos largos techos que caracterizaban este lugar, sin duda me encantaría ser más explícita pero estaba anonadada al ver esas larga vidrieras que formaban el gran techo, quise compararlo con la arquitectura gótica pero la belleza que estaba contemplando era demasiado para adjudicarle un nombre. Aquel hombre alzó su mano para ayudarme a levantar, mi vista no estaba puesta en el si no en donde me encontraba. Con la mirada puesta en esos preciosos ventanales que dejaban pasar la luz del día, esta sala era enorme, pude divisar dos tronos en el fondo de ella y muchos rosetones.

-Gracias.-Fue lo único que mi garganta liberó.

-Siento no poder ayudarte cariño, mi espalda ya no es lo que era antes.- Esta vez habló una voz femenina.

Inmediatamente puse mi atención en aquella pareja que me miraba con adoración. Estos se mantenían rígidos, portaban una corona de oro. El hombre era alto, tanto como papá, su cabello era un castaño oscuro, sus ojos eran del mismo color que su pelo, y su mirada era indescriptible, este portaba un traje grisáceo .A su lado había una mujer de mediana estatura su vestido era voluminoso y opuesto al de su acompañante, ya que este era de un color ocre. La mujer tenía ciertos rasgos que hacia asociarlo con papá, sus ojos eran un castaño más claro y su pelo era rubio.

Ellos eran mis abuelos.

-Bienvenida a Neepru Lilith.- Habló Andros, mi abuelo.

-¿Abuelos?

Quería comprobar que ellos eran Casandra y Andros Delacroix, mis abuelos. Estos sonrieron al nombrarlos y rompieron la preciosa imagen que proyectaba y me rodearon en sus brazos.

Los abracé, claro que lo hice.

-Que mayor estás.-Habló la abuela.- No sabes cuánto nos alegramos que estés aquí, aquí con nosotros.-Dijo volviendo abrazarme. No estaba acostumbrada a ser más alta que alguien, ya que en casa papá mide casi dos metros, y mamá y yo cuando queremos hacerle llegar nuestro afecto tiene que inclinarse hacia abajo, ahora era al revés. Cuando la abuela me soltó de su gran afecto, el abuelo puso su mirada en mí y sus ojos volvieron a llenarse de adoración.

-Eres igual que tu madre, me alegra que hayas sacado los buenos genes.- Añadió sonriendo.

Papá siempre decía que nosotras éramos las guapas de la familia, que había tenido suerte en parecerme físicamente a mamá, y al parecer el abuelo piensa lo mismo.

OCASO {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora