Capítulo 25

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No sabia quien era ese joyero, no era famoso para mi. Pero ese no era el punto. Marco se casaba. Yo no quería que eso pasara pero no podía impedirlo. Tenia que seguir con mi carrera y aprender a no esperar nada de nadie. Todo lo que quisiera tendría que conseguirlo por mi cuenta y ser feliz con lo que tengo, que después de todo, no es poco. Con tan solo 25 años ya era una médica neurocirujana y eso era lo que yo mas quería. Tener exito en mi carrera, lo estaba consiguiendo de a poco. Ya me habían llamado del hospital mas importante del País para decirme que querían que trabajara con ellos ya que era una joven muy codiciada por muchos hospitales. Eso me hacia sentir bien, mi sueño de a poco se iba cumpliendo y me sentía utili en esta vida. Aunque me hubiera encantado tener con quien festejar mis exitos y compartir mis sueños, metas, miedos y tristezas. Pero lo había perdido. Ya no me pertenecía. ¿ Que perdía con mandarle unas felicitaciones a Marco?

Tome mi teléfono y escribi

"Marco, soy Fran. Vi la noticia de tu casamiento y pensé en felicitarte. Me alegra verte tan feliz"

Después de un momento recibi una respuesta.

" Creo haberte dicho que no me hablaras nunca mas Franchesca "

Eso me dolió, fue como una apuñalada en el corazón. No le respondì, entendí que no me quería cerca.


Despues de todo esto empeze el psicólogo. Me ayudo bastante, mi vida tenia equilibrio de nuevo pero algo me golpeo fuerte y volví a mi estado de negación o desequilibrio emocional.

Lo que me golpeó fue un texto muy extraño, uno de Marco.

" Necesito confesarte algo. Nos vemos a las 18 hs en el bar al frente de tu trabajo."

No quería recaer pero tenia que saber de que se trataba. Asique hice lo que indicaba el mensaje. Fui hasta allí. Tenia la corazonada de que algo estaba mal y si tenia que ver con Marco no me gustaba nada. Pero fui.

Cuando entre a aquel bar, vi a un hombre de espaldas, se parecía a Marco, pero estaba mas débil, como enfermo. Me acerque y para mi disgusto era èl. No quería saber de que se trataba. Era obvio que algo no estaba bien.

- Hola - tosió.

- Hola Marco, ¿ Como esta tu esposa? -

- Emm bueno...- se rascó la cabeza como meditando que decirme.- No es mi esposa -

-no entiendo-

- Veras, dias antes de que nos casaramos, me diagnosticaron cáncer - No podía ser, no le podía estar pasando a Marco. Intente contenerme pero lo unico que pude hacer fue llorar. No quería que le pasara nada. Yo lo amaba.- Tranquila no llores. Dejame continuar con la historia.-

- Claro- dije entre sollozos.

- Amanda, mi prometida, termino conmigo porque no podía soportar el hecho de tener que lidiar con mi enfermedad, de visitarme en el hospital, de llevarme a los tratamientos y de tener que pasearse conmigo y mi silla de ruedas. Pues estaba muy débil como para caminar.-

- Marco, por Dios... lo lamento mucho.-

- Esta bien, te cité aqui, porque me di cuenta de que la única persona que soportaría mi enfermedad y me amaría tan cual soy eres tu. Yo se que no vas a querer hacer esto porque probablemente ya no me ames, pero lo entiendo y solamente quiero que sepas que yo te sigo amando y me arrepiento de haberte dejado ir y no luchar por más de que me hayas pedido que no lo haga. Pero si voy a morir quiero morir sabiendo que te dije cuanto te amaba.- lloraba mientras lo decía.

- Marco, no digas eso, no vas a morir.-

- No te quiero quitar mas tiempo. Adiós - se paro y empezó a caminar hacia la puerta. En ese instante, yo deliberaba si correr y decirle que lo amaba y lo acompañaría en esto o dejarlo ir, pensaba si era lo correcto. Pero me decidí. No lo perdería de nuevo.

- Marco no te vayas.- lo agarre de la mano y lo atraje hacia mi. Lo bese como si no hubiera nada mas importante. Lo amaba.- Yo te amo y estoy dispuesta a acompañarte en este momento -

- Gracias Fran, un millon de Gracias- continuamos besandonos hasta que lo interrumpimos para ir hacia el auto e irnos al lugar que ambos amabamos de niños, el muelle.

Cuando llegamos le propuse que vayamos a una iglesia y nos casaramos ese mismo dia. Sin fiesta ni ningun evento enorme. Solamente nosotros dos en el altar.

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