Noche inolvidable

6 0 0
                                    

La música suena a reventar.
Movimientos sexis.
Mucho calor.
Copas tras copas.

Su cadera moviéndose seximente.
Seduciendo a más de uno.
Teniendo la atención de la mayoría.

Ardía, sentía fuego en su cuerpo.
Era fanática al deseo que todos le tenían en ese preciso momento.

Varios desearon acompañarla, pero ella no quería eso.
Ella sentía que bailar sola, ardía tan dulcemente.

Exitación.
Una mano cerca de su entrepierna.
Él único que se atrevió a tocar la.

Salvaje, así la nombre aquel hombre desconocido.

Ella en ves de alejarlo y empujarlo. Sintió su cuerpo arder, aún mucho más.
Se pegó mucho más a él, queriendo sentirlo más cerca.

Dominante, así lo nombró.
Se dejó mover a su merced de él.
Él llevaba el control.

Fuego, fuego líquido.
Cada roce que le brindaba era tán caliente.
Movimiento agresivos en medio de la pista de bailé.

Todos, espectadores del show, impresionados por el momento.
Excitados y sedientos.
Más tragos.

Ella quería sentir lo más.
La quemaba, y él lo sabía.
Sabía que ella quería más.
Más unos simples roces.

Más que unos pequeños susurros en el oído.
Quería sentir más que un simple roce con su trasero.

Hasta que lo vió.
Estuvo bailando con desconocido estúpidamente dominante.
Tanto fue el fuego que hizo sentir que ni siquiera volteó a verlo.

Ojos color miel, cómo la rica y empalagosa miel.
Tan dulce pero hostigante.
Muchas copias de esa rica miel.
Más yo sabía que tenía la original y deliciosa enfrente de mi.

Serio y arrogante.
Me tomo por la cintura y me pegó a él.
Tampoco observé en que momento él me levanto y empezó a caminar fuera de la pista, y del antro.

Callada.
Ninguno abría la boca.
El ambiente se sentía espeso, espeso en placer.
¡¡YA!!, Gritaba su mente.

Sí, ya quería sentir lo caliente que él era.
Quería sus grandes manos tocando su tracero.
Quería esos labios por todo su cuerpo.
Calor.
Demaciado calor.

Sentía arder ella sola en su asiento.
Él, en la espera, pero no negaba que esa chiquilla lo tenía duro.
Nunca se imagino que se iba a cojer a una salvaje, coqueta y sensual chiquilla.

Pero joder, ver esas caderas.
Era un deleite pero salvaje.
Decidió acompañarla ya que es irrespetuoso ver qué una mujer se haga sexo oral sola.
(Bailar sola).

Besos dolorosos.
Mente perdida por el deseó.
No espero más.
Lo sintió, y fué el placer más rico de saciar su frío y ardiente cuerpo.

Apretó tan duro sus manos en su cadera.
Placer y más placer sentían ambas partes.
El deleite de sus caderas.
Los roces que hacían que gimiera tan dulce.

Fuego líquido.
Calor.
Sudor
Piel con piel
Él dominante, la salvaje.


Palabras Al Viento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora