Es él y yo. Nos miramos amenazadoramente. Me odia, le odio. Es un campo de guerra, una guerra sangrienta y no seré yo, quién pierda. Su cuerpo viscoso, regoderte y verde. Sus ojos saltones, mirándome fijamente son una clara amenaza. Odio los sapos.
No puede ser posible que yo, ¡QUE YO! quiera tomar una ducha, sin inconvenientes y esté un ¡SAPO ASQUEROSO EN LA REGADERA!. SOY UNA LISIADA, UNA PO-BRE LI-SIA-DA. El mundo me odia, la vida me odia, TODOS ME ODIAN.
–Asqueroso, sapo —le señalo con mi dedo índice, frustrada, molesta e indignada— hoy ganaste, más te vale no estar aquí mañana ó morirás —me mira, le miró. Silencio. Bufo odiando mi suerte—
– Ahora te peleas con sapos—escucho decir tras de mí y me congelo. No conozco a nadie... Bueno no recuerdo por ende, no sé quién es— escuché que estás amnésica, no demente.
Me volteo con cuidado de no caer, debido a la muleta y a mi cuerpo lisiado y le veo al intruso
–¿Quién eres y cómo has entrado? —inquiero desafiante, podré estar asustada hasta el tuétano y lisiada pero, lo impulsiva siempre me domina—
—sonríe, el descarado violador de privacidad ¡Sonríe, como si le acabase de hacer la pregunta más tonta!— digamos que... Tengo mis trucos —su gesto pensativo y burlesco me saca de mis casillas— ¿Cómo estás?
– eso a tí no te incumbe y mejor lárgate antes de que llame a la policía —le advierto pero, es peor que el sapo, ni se inmuta. Me va asesinar, escuartizar y tantas cosas más. Pero, si me hace algo, le perseguiré desde el más allá por siempre—
– a ver, linda
– deja de hablarme así, me siento un perro al que le van a explicar algo que obvio no entenderá
–pues, pareces uno, solo te falta ladrar me, estás de un genio terrible —mete sus manos en los bolsillos de su jean delantero y por primera vez, me mira directamente a los ojos con una calma que me provoca meterle un sillazo— necesito que me digas cómo has estado y si necesitas una enfermera
– no sé quién eres, no te conozco y ciertamente... No, no, no, no, no me digas —siento algo viscoso en mi pie moverse, cierro los ojos tan fuerte como puedo, no puedo mirar— por favor, no.
– Tienes un sapo en tu pie
Abro los ojos y miro para asegurarme de lo que temo. En el momento que el sapo salta, yo salto. No me pregunten como pero, la fuerza que no tenía salió. Me siento tan ridícula, a penas y puedo moverme pero, aquí estamos. Yo sin muleta saltando y cayendo directamente sobre el pecho del desconocido. El desconocido perdiendo el conocimiento debido al golpe que se acaba de dar. El sapo, ¡Saltando hacia nosotros!. Yo levantándome como puedo, a pesar del dolor que se esparce por mi cuerpo y subiendo me en la cama para estar a salvo del sapo, quién está sobre el cuerpo del desconocido eso le pasa por atrevido
Ha pasado una hora y no me he bajado de la cama, la vida no quiere que me bañé y ¿Quién soy yo para desafiar la? Mañana me baño, todo siempre pasa por algo. El desconocido sigue en el piso inconciente y pues, soy una lisiada que necesita ayuda, no puedo ayudarle. Apenas puedo moverme él entenderá, que a pesar de que quiero ayudarlo.... A quién quiero engañar, me da igual lo que le pase.
–odio los sapos —murmuro acostada en mi cama, no pienso moverme de ella— tengo sueño —bostezo— debería llamar a la policía, no sé quién es éste tipo
–ni se te ocurra — no sé cuándo reaccionó pero, está de pie frente a mí, con la molestia estampada en su rostro— no me interesa si no me recuerdas, solo quiero que me respondas, si estás bien y si necesitas una enfermera
–llamaré a la policía, si no te vas ahora mismo —le advierto mientras estiro mi mano y cojo el teléfono situado en la mesita de noche— vete y no te atrevas a invadir mi hogar, a menos que quieras ir a prisión
– A ver, fuí yo quién llenó tu despensa y se ha tomado el trabajo en estar pendiente de tu recuperación. Soy quién ha estado velando por tu salud — me dice claramente molesto—
No sé cómo reaccionar ante ésto, osea pensé que era una joven adulta responsable y. Económicamente estable
–no te recuerdo y tampoco es que te lo pidiera pero, gracias de todas maneras. Ahora si no te molestas, vete de mi hogar y no vuelvas —le hago señas para que se largue. Sé que debo conocerle, ya que tiene llaves de mi casa, aún así no le recuerdo y por ello, no puedo pretender como que sí—
—me mira al tiempo que su gesto molesto se suaviza— necesitas bañarte, hueles fatal
– no me bañaré
– eso veremos
– no te atrevas —le advierto molesta pero, más que molesta, asustada—
Trata de agarrarme en vano, ya que no se lo permito. El troglodita y bruto a pesar de que me retuerzo del dolor que me provoca, me levanta.
– Déjame y lárgate —le meto en la cara con mi brazo lisiado. Está envuelto en yeso, por lo que debe doler...— idiota, me duele —digo entre quejidos, se supone que a mí no debería doler—
– ¡NATLY, YA!— gruñe hacia mí, fastidiado — SOY TU AMIGO, TU HERMANO. EL QUE TE SALVA EL CULO DE LAS ESTUPIDECES QUE PROVOCAS. SOY JULIÁN Y BAJA ESA LÁMPARA, DEMENTE.
– no te creo y lárgate
– SI NO ME CONOCIERAS, NO TUVIERA LAS LLAVE DE TU CASA, DE TU HOGAR. NO SEAS TONTA
Pienso y no sé si esté bien o mal pero, le creo. Además, no creo que esté mintiendo. Ya me hubiera asesinado sin dialogar tanto. Decido creerle y devuelvo la lámpara a su lugar, al tiempo que se me nubla la vista por las lágrimas. Me duele demasiado el cuerpo.
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Estoy sola en mi habitación, Julián se ha encargado de llevar al sapo lejos de mí. Trató de ayudarme a bañarme, a lo que obviamente me opuse, sigue siendo un desconocido. Hice el mismo procedimiento de siempre, m tardé mucho más tiempo, debido al dolor en mi cuerpo por culpa de todo lo que pasó. Cómo siempre, visto una pijama de short corto y blusa de tirantes. Tomo el control de mando y cambio de canales hasta que encuentro un programa que me llama la atención.
Ha sido un día de locos. Tengo que recuperar mis recuerdos como sea. Odio estar amnésica.
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Hi, Guys!. Les ha gustado el capítulo? La historia apenas está comenzando y a medida que avance se desarrollará mejor.
Deseemos le, suerte a Natly.
Hasta el próximo capítulo
Evitemos quedar desmemoriados 😂 Besos, Rain 💜
