Los demonios internos

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No me lo podía creer, mi peor pesadilla se hizo realidad. Todos los demonios internos se encontraban con nosotros, la ansiedad, la inseguridad, la depresión, el inconformismo. Todas las personas se les podía ver con los hombros de mini ellos, con la diferencia es que cada muñeco representaba a uno de sus demonios internos.

Si lo que sufría se parecía al menos en algo a la inseguridad, tenía un personaje en su hombro hablándole, planteándole todo lo que podría salir mal hasta puntos muy remotos. Así con cada de uno de tus problemas y los del resto.

Solamente eso, no pasaría nada, incluso la gente podría ver lo mal que se encuentra alguien o lo bien, pero eso no era todo...

Estos pequeños demonios pesaban, y no solo mentalmente, se podía sentir que cada vez costaba más andar, y se percibía que las personas con más criaturas se cansaban antes. Sin contar, que cada vez que te preocupabas más de una cosa el clon crecía, y así hasta ser suficientemente grande para que la persona no se podía mover o acabase con su vida.

Desde ese momento, como no se podía esconder tus problemas, la sociedad volvió a hacer lo mismo de siempre... clasificar a la gente. Eso dio lugar a que en menos de dos semanas, el número de suicidios aumentó radicalmente.

La "clase sin problemas" molestaba y se burlaba de los que peor se encontraban. Solían tener de cero a dos demonios, no eran los mismos demonios continuamente, y estos no duraban mucho en sus hombros. Sus problemas se basaban en "no sé qué ponerme" y dificultades muy superficiales. Si tenía algún problema grave, las personas de su misma "clase social" les empezaban a ignorar, a rechazar y a despreciar.

La "clase media" sabía lo mal que se podía pasar con algún dificultad, e intentaba seguir el mismo ritmo de vida de antes. Tenían algo de acoso por la "clase sin problemas". No juzgaban a menudo los problemas como lo hacía la "clase alta", y simplemente cargaba con sus problemas con humor. Solían tener entre dos y cuatro problemas, que pasaban entre pequeños altercados con la familia hasta trastornos de socialización o de hablar en público.

La "clase con más problemas" eran detestados por la sociedad. Muchos de ellos estaban al borde del suicidio, y otros intentaban seguir adelante, pero no era fácil, nadie los ayudaba.

Cuantos más individuos en tu hombro más te ignoraban y más te rechazaba la sociedad.

Todo cambió, lo que reprimíamos había salido a luz, todo lo que intentábamos ocultar era visible.

A nuestro alrededor, se podía ver la desesperación y la falta de empatía por el resto de nuestra especie. Pero ya no podía hacer nada, solo terminar de acostumbrarse...





No obstante, para contar una historia hay que empezar por el principio, concretamente el día en el que esas criaturas se colocaron en nuestros hombros.

Era un lunes, específicamente el tercer lunes del mes de Abril. Me levanté con pesadez, mucha más que la que llevaba ayer, como si tuviera un saco de piedras cargado a mi espalda. No le di importancia, ese peso lo solía tener a menudo.

Estaba a punto de comenzar mi rutina diaria cuando me miré en el espejo, que reflejaba el pequeño clon cerca mío. Era uno, pero era la mitad de mi estatura. Qué cojones.
¿Qué clase de broma es esta?

Tenía la mirada perdida en un punto fijo, con ojeras y sus brazos llenos de cicatrices. Sus ojos estaban vacíos y llorosos como si ya nada importara.

Conseguí enfocar mis ojos del todo y pude observar a una chica pequeña, que me llegaría a las rodillas con dos peluches idénticos a mis padres.

Odiaba saber lo que significaba cada uno de esos pequeños demonios.

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