Justificación: nunca ví la película de la sirenita, pero si leí la versión original.
La tormenta arreciaba contra el barco, la olas golpeaban sus costados y lo balanceaban de un lado a otro. Los tripulantes gritaban, el capitán intentaba redirigir el barco y mantenerlo a flote, porque con cada oleaje, la esperanza de llegar a la costa, era cada vez menor.
Aunque los botes salvavidas estaban a bordo y eran suficientes para toda la tripulación, no eran más que un adorno y peso para el barco, porque nadie podría usarlos sin que el agua o el viento volteara el pequeño embarque.
A bordo, estaba una persona, que debía ser protegida con las vidas que fueran necesarias, si él moría, un reino se quedaría sin gobernante.
El mar no era un aliado en ese momento, y finalmente el barco se ladeó.
Todos se aferraron a los restos de la embarcación, trozos de madera y objetos que no se hundían fácilmente, mientras buscaban al príncipe, que entre el caos, nadie pudo saber a dónde había ido a parar.
...
La tormenta era perfecta, las embravecidas aguas chocaban contra las rocas, pero entre ellas, un ser se encontraba en completa calma, sintiendo el temblor de las piedras cada que el agua las golpeaba sin piedad.
Con su cabello ondeando al aire, como si el agua no le afectara en lo absoluto, semidesnudo, apreciando la distancia a pesar de la poca visión por la niebla que que cubría la superficie del mar.
Estaba escuchando los gritos de auxilio hacía mucho rato, podía ver el barco balancearse de lado a lado, anticipando que solo era cuestión de tiempo, antes de que se convirtieran en náufragos.
Era la ley del mar. Si a un barco le correspondía hundirse, debía permitirse sin mirar a las víctimas que eso llevaría.
Cuando la madera del barco cedió a las olas, todos gritaron para que se sujetaran al más cercano y que cuidarán del príncipe. Para cuando las aguas cesaron, no había forma de reconocer la magnitud del antiguo navío, ahora era solo tablas y cuerdas flotantes.
Se quedó observando el innegable destino que deparaba a los sobrevivientes, pero cuando consideró correcto volver a sumergirse en la profundidad de las aguas, un cuerpo flotó sobre el agua hasta quedar sobre la orilla de una roca, balanceado cada ciertos segundos por el agua que iba y venía.
Contempló a la persona frente a él, debía ser uno de los tripulantes del naufragado barco, pero según la ley del mar, aún no parecía ser su tiempo de morir entre las aguas o tal vez si, solo que había corrido con la suerte de haber sido llevado por las olas hasta las rocas, dónde moriría por frío o debilidad, puesto que ya no estaba en su mejor estado para nadar a la orilla del mar, pese a que estaba relativamente cerca.
Por curiosidad, se acercó y movió al sujeto.
Su cabello mojado estaba pegado en toda su cara, dificultando un rápido reconocimiento, así que lo removió, encontrando una muy débil mirada dorada.
Era joven, muy apuesto, como ninguno que haya visto antes entre los navíos que viajaban constantemente con fines de comercio.
Debía dejarlo morir, era la ley, pero de nuevo, su curiosidad pudo más que la razón, y sin mucho esfuerzo, lo arrastró contra la marea para llevarlo hasta la orilla, dónde se apresuró en frotar sus mejillas, manos y pecho para que entrara en calor. Lo mantuvo pegado a su cuerpo para mantenerlo cálido, aunque dudaba que funcionara, por naturaleza, él era frío en todo sentido.
Cuando llegaba el amanecer, y el joven no estaba muerto, supo que lo había logrado, sobreviviría al día una vez en calor del sol lo confortara.
Lo tenía abrazado aún cuando escuchó demasiadas voces acercándose mientras un barco encallaba en el puerto, cerca de donde él tenía medio oculto al joven.
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KhunBam (cuentos)
FanfictionCuentos clásicos deformados para crear historias KhunBam, un poco de intento de comedia.