Parte 4

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 De pronto, cuando el ultimo toque llego a mi pecho, todo se apaciguo, no sentí nada más, incluso podía mover mis brazos. Todo estaba tranquilo nuevamente, hasta que comencé a escuchar un raro y pequeño ruido, uno raposo, pero muy pequeño. Sentí algo tibio y viscoso en mi panza, parecía miel caliente derritiéndose sobre mi abdomen, hasta que comprendí que era lo peor. Mi novia, estaba sangrando y mucho, cada vez más. Moví su cuerpo a un lado, y de ella decenas de gusanos salían, grandes, obesos, como si hubieran comido un gran festín, mi novia. Algunos llegaban a medir como pequeños ratones e incluso había pocos del tamaño de un hámster. Estaba aterrado, y por sobre todo furioso, era una imagen atroz, todo el abdomen blando derecho de mi amada, era un gran agujero, de unos diez centímetros de diámetro, y en su interior aún se podían ver parte de su intestino y estómago, y su hígado perfectamente conservado. Su piel se había tornado blanca y en los contornos de ese asqueroso círculo, todo teñido de morado se lograba ver pequeñas mordidas. Frenético, comencé a pisotear a todos los gusanos y a gritar de rabia, esto despertó a todas las carpas del lugar.


Yo no me percataba de tal acto, sino que seguía pisoteando a las alimañas que habían acabado con ella. Cada vez que pisaba una, saltaba un montón de sangre y esto manchaba mis pies descalzos, había hecho un destrozo entre mis pies y esos bichos asquerosos. Cuando pensé que ya no había ninguno más recordé al cuerpo sin vida de mi amada, yacía en el suelo desparejo de la carpa, en un pequeño charco de sangre y con parte de su abdomen destruido. Estaba doblada hacia el lado con el agujero, yo me tire atormentado sobre ella, rogando que siguiera viva, que no entendía porque ella, si lo primero que tocaron fue a mí. Comencé a llorar sobre su cuerpo, gritaba, sollozaba y volvía a ver su blanquecino rostro. Aun en ese momento era hermosa, era increíblemente hermosa, me dolía un montón, mi pecho sentía un pesar. No lograba pensar que eso estaba pasando, ella no podía irse, mis lágrimas salían como agua de una manguera, mis manos agarraban su cuerpo inanimado intentando abrazarla, pero ella se escapaba, ya no quería estar con migo, ella ya no estaba conmigo.


De repente, todo se puso negro, volví a dormir. Lo obscuro me atrapaba, no sentía nada, no era nada, y yo tampoco, presentí estar muerto, presentí quedarme ahí por horas, era el propio vacío de la conciencia. Creo que morí por un tiempo, y allí es donde se van las personas, extrañamente regrese. Pero, lo recuerdo todo muy bien, oscuridad absoluta, no era color negro, sino nada, obscuridad, al principio te molesta un poco, pero luego de unos minutos de miedo, todo te empieza a parecer lindo, y en un momento te das cuenta que ese todo, es nada. Nada es importante, nada, ni siquiera tú, porque eres parte de esa nada que no existe. Ya no eres, no serás, no sus. Todo deja de importar, no hay luz ni tinieblas, blanco, negro; malo o bueno. Todo reposa en la nada, y esa es la esencia de la muerte, nada. No tiene nada, su significado no es finito, sino que no existe, es indeterminado, infinito. Logre mantenerme pensando unas horas, descanse, relaje y logre comprender algo más. La vida, también reposa sobre nada. La vida no es lo contrario de la muerte, esta es en realidad el inicio, nacemos para morir, y moriremos porque vivimos, la vida y la muerte son lo mismo, como el cielo, que es el día y la noche, la única diferencia es que es lo que vemos. Creemos que la vida es mejor, porque vemos muchas estrellas, pero, si la muerte en realidad mejora a la vida por tener un gran sol que ilumina y da calor. Somos débiles ante la muerte, por ello no la amamos, pero también se encuentra cerca de nosotros y nos parece asquerosa. Solos los fuertes y de buen corazón, saben que en realidad, la muerte no es mala, y que en realidad como la vida, está muy lejos. La vida no está cerca, nunca lo ha estado, nadie puede alcanzar la vida, como nadie puede alcanzar la muerte, son ellas las que vienen hacía nosotros. Es gracioso e irónico, pero si reflexionamos un poco, a la muerte y a la vida les asquea tenernos con ellos, porque ellos cada vez nos ven más cerca.

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