Prefacio

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Todo era bastante normal antes, o eso hacia creer, pero ahora que salió la verdad a la luz, se han encargado de que me pudriera en este maldito infierno

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Todo era bastante normal antes, o eso hacia creer, pero ahora que salió la verdad a la luz, se han encargado de que me pudriera en este maldito infierno.

Años antes.

Lynn.

Era una noche lluviosa, y el techo lleno de huecos causantes de las goteras que no me dejaban dormir.

Estube horas moviendo de lugar mi cama para evitar que se moje y mojarme yo también, ya que siempre he sido bastante débil y me llego a enfermar muy fácilmente, si duermo así, amanecería al día siguiente padeciendo de un horrible el dolor en la garganta.

Hasta que por fin, coloqué la cama en una posición segura, sin goteras. Solté una bocanada de aire aliviada, cerré los ojos y sonreí porque no iba a dormir en una piscina, hoy no. No otra vez.

Me acosté y me tapé con la pequeña manta que ya de tan viejita que está empezé a notar que tiene varios rotos, varios huecos, pero no es un gran problema, el problema es que la tengo desde los cinco años y ya e crecido bastante... Así que no me llega a cubrir bien.

Por eso siempre duermo encogida y enroscada, abrazo mis rodillas, acomodo la cabeza cerca de ellas y listo, No paso frío, pero al día siguiente tengo que hacer cuando me levanto una rutina de estiramientos para minimizar el dolor en la espalda.

Cerré los ojos, rezé un poco por mi, mi familia viva y la que no también. Puse la mente en blanco, pero ya era de madrugada, y no se escuchaba nada, solamente el bullicio de los sapos cantando y las gotas provinientes de la fuerte llovizna impactando contra el metal de los calderos que impiden que se innunde la casa junto con el repiqueteo en el techo.

Diosito no quería que hoy durmiera porque tantos ruidos tan molestos me provocaban dolor en la cabeza.

Me levanté a la cocina a ver la hora en el reloj, el único de la casa.

4:00 A.M.

Bueno, en dos horas debería estar levantándome, ya para que ir a dormir.

Salí de la casa y el fuerte aguacero junto con el frío viento me golpearon el rostro y mis brazos desnudos... mis piez descalzos se movieron por la tierra mojada hasta llegar a la parte trasera de la casa donde yacía el sótano, un pequeño sótano donde nos refugiabamos.

Si, todos necesitan un lugar seguro, ya que este pueblo está situado en un lugar muy alto, los rayos caen con mayor furia y cuando las tormentas y ciclones son muy fuertes debemos trasladar televisor, refrigerador, cama, reloj etc al sótano.

Abrí la pequeña puerta del suelo y me adentré bajando las escaleras de madera, las cuales estaban tan viejas que un escalón se rompió y perdí el equilibrio.

Caí de culo.

Maldije por lo bajo.

Que mala suerte tengo hoy.

Me sacudí el trasero luego de levantarme y encendí la luz.

Era tenue pero alcanzé a ver sentado en el medio del lugar a el.

Allí en medio de ese lugar infestado de telarañas y polvo.

El me dió una sonrisa torcida que se me antojó macabra.

Se levantó y camino hacia mi.

-Que tal Lynn Martínez-Me saludo con un beso en la mejilla.

Mis ojos se encontraron con los suyos, esos ojos de un diferentes colores que me encantaban.

-Que tal - pronuncié su nombre.

Tomé un mantel que estaba guardado en una de las cajas que yacían en las esquinas y lo coloqué en el suelo con intensión de sentarme.

-Por una vez se una persona normal y siéntate en una una silla.

Pero yo quería sentarme en el suelo.

-¿Cuando eh sido normal yo?

El se sentó y me regaló otra de sus miradas y sonrisas maquiavélicas, pero yo estaba acostumbrada a ellas.

-¿Porque no te das un corte?- solté de pronto y el frunció el entrecejo- Tienes ese cabello muy largo, te pareces a Tarzán.

Su expresión se borró.

-¿De verdad, se ve mal?- inquirió el palpándose el pelo.

-Nada que yo no arregle.

-Nah, prefiero que el señor Alejandro lo haga.

- Si, antes de que te haga un garabato en la cabeza- me río.

-Bueno dime, ¿Porque no estás plácidamente dormidita en tu cama?

-¿Dime quién mierda puede dormir así?, tu tampoco estás dormido.

-Me encanta cuando conmigo se te cae esa capa de perfección.

-Me encanta cuando conmigo se te cae esa capa de frialdad.

El sonrió.

En sus ojos había un brillo de diversión, esos ojos diferentes eran especiales, y maravillosos, el derecho es gris metálico casi transparente y el izquierdo es un gris más plomizo y más oscuro.

-Al menos disimula el efecto que tienen en ti-sabía que se refería a sus ojos.

-No puedo, me encantan.

El sonrió y se infló de orgullo.

- Lo se, soy hermoso.

-No es para tanto.

-Auch-se puso la mano en el pecho fingiendo estar ofendido- eso dolió, por supuesto que soy hermoso.

-Tienes razón, que tonta.

-No es nada nuevo-murmuró pero lo alcanzé a escuchar.

-¿El que?

-Que eso no es cierto- dijo con un poco de dulzura.

Suspiré y giré los ojos.

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¿Quien es el y que hacía en el sótano de Lynn?

Pronto se sabrá.

Besos.

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