Capítulo VI

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Lynn

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Lynn.

Tu padre no es...

Siguen en mi cabeza.

¿Me dormí?

O quedé inconciente.

Pero ya lo estoy.

Aún tengo la bendita bolsa en la cabeza que me impide ver, casi que respirar y gritar.

Siento unas voces.

No saben que estoy consciente, Fingiré que no estoy despierta.

—Entonces gracias, su trabajo ha sido un éxito.

Esa voz yo la conozco.

—¿Seguro?—preguntó uno de los tipos que me secuestraron.

¿Que? No entiendo nada.

—Si, pasó lo que me esperaba.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

—No hagas tantas preguntas, limítate a hacer tú trabajo—me sorprendió la frialdad en su ronca y varonil voz— largo.

Y los echó sin más.

Es el.

Escuché varios pasos alejándose y luego el chirrido de una puerta abrirse.

Ya solo podía valerme por mi oído.

Quedé completamente sola, ¿o el se quedó?

—Se que estás despierta.

Suspiré y sentí como se acercaba a mi—¿Que es esta payasada?—le repliqué.

Siento como jala la bolsa hasta liberarme de ella y lo ojeo.

Ahí, parado con sus ridículos uno noventa, y ese atractivo acompañado por un par de ojos diferentes.

El sonrió abiertamente y me dieron ganas de abofetearlo, en serio —¿Funcionó?—inquirió ancioso.

Estábamos como en una especie de almacén algo así, sus paredes blancas y verdes lleno de herramientas, había hasta una escalera, mis ojos buscan la puerta y la encuentro medio abierta, la luz colándose por ella y termino mirándolo a el con esta cara que no se me quita.

—No te caigo a golpes porque estoy amarrada.

Se empieza a reír bajo y le doy mi mirada más asesina—Como que despertaste un poco violenta, ¿huh?

Enserio quería pegarle.

Yo volteé los ojos y lo observo muy molesta—¿Se puede saber de qué te ríes?

—Nada, nada, Olvidé que estabas amarrada.

—Te diría algo con sarcasmo pero no tengo ganas de nada, solo desátame.

Pueblo Blanco ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora