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La idea de que el chico más popular de la ciudad tuviera problemas porque SeokJin lo llevase al borde hacia su propia erección erguirse por completo, y presionó aún más fuerte contra la pierna de JungKook. Gimió un poco, de un modo que definitivamente no era dolor, pero JungKook no dijo nada.

—¿Por qué sigues desobedeciendo, SeokJin? Si querías llamar tan desesperadamente mi atención todo lo que tenías que hacer era hablarme.

La autoridad en la voz del socorrista ya no era molesta, de hecho, ahora estaba consiguiendo poner a SeokJin, muy caliente.

Se retorció un poco, distraído por la sensación de su polla frotándose contra el duro muslo de JungKook. Cada movimiento enviaba chispas a su cerebro. Le hizo olvidar su vergonzosa posición y el hecho de que JungKook acababa de hacerle una pregunta.

JungKook interpretó su silencio como un desafío. Su mano cayó en cascada sobre el trasero desnudo de SeokJin, otra vez, la carne rosada se volvió roja brillante cuando JungKook lo azotó a unos centímetros de su entrada. El sonido de su mano golpeó la carne desnuda haciendo eco en el vestuario y se mezcló con los arrepentidos aullidos de SeokJin.

¡Azote!

¡Azote!

¡Azote!

¡Thwaack!

—¡Oooooowwwww! —SeokJin gimió lastimosamente. El último fue el más fuerte. Realmente hizo más daño en su culo y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Vas a seguir desobedeciéndome? —JungKook gruñó siniestramente sobre los gemidos de SeokJin, dándole otra serie de azotes antes de que pudiera responder.

¡Azote!

—¡Noooo!

JungKook lo corrigió: —No, Señor. Me llamarás así cuando recibas un castigo de mí, ¿lo entiendes? 

Ni siquiera le dio a SeokJin la oportunidad de responder antes de golpearlo de nuevo.

¡Azote!

Estaba tan aturdido que accidentalmente soltó: —¡No, hombre!

Fue la respuesta equivocada.

¡Azote!

—Quiero decir, ¡Sí Señor! ¡Lo entiendo, SÍ, SEÑOR! —SeokJin gritó, llegados a este punto, su culo se sentía en llamas y sus terminaciones nerviosas estaban enviando una mezcla confusa de placer y dolor a su cerebro. La confusión provenía del calor de su culo y el constante roce de su polla donde estaba inmovilizada contra la pierna de JungKook. A pesar del dolor, en realidad sentía como si estuviera a punto de correrse. Sus bolas estaban apretadas y había un trozo de los pantalones cortos de natación de JungKook, donde su polla había estado babeando.

—¿Has sido suficientemente castigado, SeokJin?

—Sí, señor —dijo humildemente. Su voz sonaba extraña en sus propios oídos. Su garganta se sentía espesa y su nariz estaba obstruida por las lágrimas derramadas que apenas podía retener. 

La voz de JungKook sonó un poco ronca también cuando respondió: —Mmmm... No, dulce muchacho. No creo que hayas recibido tu castigo, te has estado portando mal durante años, mi pequeño.

Rules › KookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora