Volverme parte de tu esencia

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«Buen trabajo», «lo hicieron genial», «esperamos trabajar de nuevo con ustedes», eran unas de las frases que repetía el staff como mantra tras dejarlos descansar después de grabar un spot publicitario que colgarían en Instagram. Se encontraban en una sala amplia que había sido adaptada para que pudieran filmar el corto mensaje que deseaban transmitir. El personal desmontó con rapidez y eficacia el equipo de sonido e iluminación, las cámaras, los paneles decorativos que sirvieron de paredes falsas, junto con la utilería empleada.

Estaban acostumbrados a ser ellos los primeros en retirarse, mientras el resto seguía con la faena, pero por esta ocasión especial debían permanecer ahí, tenían otra actividad programada antes de concluir con el itinerario del día. Las maquillistas se esfumaron sin que se percataran del momento exacto, los representantes —de la marca que promocionaban— se marcharon prometiendo que cuando el vídeo pasara por los últimos detalles de edición se los mandarían para que hicieran con él tal como lo acordado en el contrato; sus managers al final salieron a conseguirles comida y en cuestión de minutos, el salón bullicioso, quedó en absoluto silencio.

Tenían un amplio sofá y una mesa en una esquina en los cuales desparramarse mientras esperaban que el salón se llenara de nuevo de alboroto, de personas gritando órdenes por encima de sus cabezas, del ruido de piezas metálicas encajando, de sonrisas sociales y cumplidos a su buena química.

Ambos actores se habían acostumbrado más rápido de lo que fueron conscientes de que ya les resultaba común, el flash de las cámaras, el maquillaje y tener un micrófono sujeto a la ropa, también habían aceptado tener encima las miradas, a ser el centro de atención, a manos irrumpiendo su espacio personal para acomodar un mechón fuera de lugar, aplicando un poco más de polvo o acomodándoles el vestuario; ya les era tan natural como respirar, no se enteraban del labor de sus pulmones, ni cuánto oxígeno entraba y cuánto dióxido de carbono salía por estos. Se habían adaptado a esa rutina.

Quizá si no lo hubiesen hecho tan bien, su relación no fuese tan extraña.

Ese viernes cumplían una semana saliendo. Ninguno creía que era necesario festejar los días, semanas o meses, tal vez si conseguían llegar al año, pero a esa pequeña altura, no se pondrían pretenciosos.

—Si quieres puedes dormir, te despertaré cuando llegue alguien —propuso Up al ver bostezar a Kao por tercera ocasión.

Noppakao se talló los ojos, se le notaba cansado. Ambos lo estaban. Su tiempo se repartía entre el trabajo, redes sociales y sobrevivir, entonces el reducido espacio que tenían para descansar se disputaba con el ocio un par de horas.

—No, estoy bien —aseguró con una sonrisa que le pareció una disculpa muda.

Algo que había aprendido estos últimos días con Kao, era que podía ser muy tímido, y no siempre decía lo que pensaba, contrario a su personaje que era directo y se movía con rapidez, como un felino astuto.

Entre ellos los avances eran paulatinos, roces de labios y sutiles caricias. Debía agradecerle también a la apretada agenda que debían cumplir, entre promocionar la serie, y que esta estuviese a punto de terminar de emitirse, apenas tenían oportunidad de nada.

Sin embargo, aquella era una preciada oportunidad, y Up sabía que Kao lo había pillado también. Le vio deslizarse cerca de él, hasta que sus rodillas toparon. Sonrieron nerviosos, pero no incómodos.

Otra situación a la que se acostumbraron gracias al trabajo, fue a estar juntos y coquetear sin que resultara forzado.

—¿Tú quieres dormir? —gesticuló recordando de repente que Up le había confesado por mensaje que no había pasado una buena noche.

Give me love ♡KaoUp♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora