PRÓLOGO

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Estamos en la sala de interrogación mirándonos fijamente, el odio y la rabia que siento sólo logra multiplicarse con el pasar de los segundos.

Su expresión es impasible, incluso diría que se encuentra en un estado de ataraxia, lo que me saca mucho más de mis casillas.

¿Cómo puede estar tan imperturbable?

Se le imputan un sinnúmero de asesinatos de los cuales no ha negado ser culpable, aunque tampoco tiene caso que lo haga, las pruebas son contundentes.

Pero por muy jodida que sea la situación, hago lo mismo que la persona frente a mí, no demuestro nada, no demuestro cuánto me afecta tener a la persona que asesinó a tanta gente en la misma habitación que yo, fue capaz de matar a su propio padre, a su familia completa sólo para probar su capacidad de escabullirse.

Me dedico a posar mi mirada en la suya, en sus expresiones on la falta de ellas, y una revelación surca por mi mente, así como yo me estoy esforzando por parecer imperturbable, la persona frente a mí también lo hace.

Tengo que aceptarlo, lo hace muy bien.

- Todo este tiempo has estado frente a mis narices. - empiezo.

- Así es, jugué contigo y con todos, torturé y maté a cinco pasos de ustedes, - se mofa - ¿Sabes? Era realmente divertido escuchar lo lejos que estaban de mí, lo equivocadas que eran sus teorías, pero oh, el ver de cerca lo inteligente que te creías, asumiendo ver todo con claridad, cuando hasta un ciego podía ver más que tú, eso sin duda es lo más gratificante que me has podido dar. - escuchar su voz me retuerce el estómago.

Sonríe de lado, una sonrisa que antes me pareció hermosa y angelical.

- No te voy a negar el crédito que te das, pero dime ¿Cómo te sientes al respecto de que justo yo sea la persona que te descubrió? - digo sentándome nuevamente al mismo tiempo en que su mandíbula se tensa - tal vez yo pequé en mi ingenuidad, pero tú también lo hiciste al creer que podías estar tan cerca de mí sin que te descubriera, al creer que podías ser más inteligente que yo, - Me acerco un poco a su rostro mientras pongo mis manos en la mesa de metal, - Cuando es evidente que no es así. Te tengo en mis manos.

Y ahí está, sonrío triunfante, cuadro mis hombros y enderezo mi espalda alejandome de manera prudente, de lo contrario no podría contenerme y ya tendría cada uno de sus huesos rotos.

- Disfruté como no tienes una idea asesinar a aquellos que amaste, - hace una pausa. - Sé a lo que viniste a este lugar soldado y aun teniéndome en tus manos como dices... nada te devolverá lo que YO te quité con las mías. - escupe con odio.

Justo en la yugular.

- No tientes tu suerte, - levanto una ceja amenazante - No me temblaría el pulso para atravesarte el cráneo con una bala justo ahora. - lo que me temo es que más en serio no puedo estar hablando.

- Y él, - Sigue, saboreando cada palabra - ¿Cómo olvidarnos de él?

- ¿Dónde está?

- Se me olvidó. - pone una cara triste, burlándose de mí.

Me levanto abruptamente de la silla y la mando a volar a la pared trasera de una patada, golpeo la mesa con la palma de mis manos y me inclino amenazante al mismo instante en el que vuelvo a hacerle la misma pregunta.

- ¿Dónde está? - no reconozco la calma y la frialdad en mi voz.

- No quieres saberlo. - Empieza a reír, divirtiéndose con la situación.

Mi paciencia llegó a su límite, tomo la silla que anteriormente patee y la estrello contra el vidrio blindado en forma de espejo que hay en la habitación, la fuerza es tal que incluso el vidrio se fisura y la silla queda sin dos de sus cuatro patas.

Me giro.

- Impresionante - halaga, sin quitar esa maldita sonrisa de su rostro.

- Lo próximo que estrelle contra ese vidrio, - lo señalo para dar énfasis a mis palabras - será tu cabeza, así que vuelvo a preguntar por última vez ¿Dónde está?

Me observa unos segundos y su sonrisa se ensancha mostrando todos sus dientes.

- ¿En el cielo? ¿En el infierno? No sé en cuál de esos dos - hace un mohín.

Me lleva una milésima de segundo asimilar lo que me ha dicho, después de eso todo razonamiento es nublado por la ira, no pienso en que tal vez sólo busca provocarme, no pienso en que lo hace para que de verdad termine haciendo de su cuerpo un cadáver, eso sin duda sería muy conveniente.

Saco mi arma, estoy por jalar del gatillo, aprieto un poco más, sólo quedan unos pocos milímetros para que la bala salga disparada justo en la mitad de su cabeza.

¡Para!

No arruines las cosas ahora que estás más cerca de lo que nunca has estado, no vale la pena.

Esto es lo que quiere, esto es lo que quiere, no se lo des, la cadena perpetua es un castigo mucho más justo que la muerte, eso sería demasiado fácil.

Camino la distancia que nos separa muy pausadamente, vuelvo a estar a centímetros de su rostro y el cañón de mi arma queda suspendido en su frente.

- Tú no lo tocaste - intento convencerme.

- Sus gritos, su sangre, el sonido de sus huesos al romperse...

- ¡Tú no lo tocaste! - Mi corazón retumba en mis oídos y siento como si estuviera a punto de perforar mi pecho.

- Está muerto. - Termina de decir, - tan muerto como mi padre.

- Sarah - suplico, ella no...

- Muerto. - hace de cada sílaba una pausa para darle contundencia a su declaración.

De ahí en adelante todo se vuelve un maldito caos de los mil infiernos.




Y este es el prólogo mis chiquillos digánme por favor que le pareció y cuáles son sus teorias.

¿Sarah?
¿La misma Sarah que tú y yo conocemos? ¿Qué será? ¿Qué será?

Deja tu voto, prohibido olvidar jajaja.

¡Nos vemos y nos leemos!

EL ASESINO DE LAS CUATRO ESTACIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora