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Corría para salvar mi miserable vida, miré hacia atrás, venían muchos policías persiguiéndome

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Corría para salvar mi miserable vida, miré hacia atrás, venían muchos policías persiguiéndome.
Llegué a un barranco, no se veía el fondo, probablemente había dos razones; era muy alto o porqué era de noche, me iré por la segunda.

Miré el precipicio y decidí saltar, el aire que entraba por debajo de mi ropa hasta dar con mi cuerpo me dio escalofríos al caer.

Caí dentro del río, lo que me faltaba, hacia un frío horrible. Lo más probable es que muera congelado antes de que me vuelvan a atrapar.

Sin importar el estar húmedo, seguí corriendo hasta perder a los policías.
Fui a caminando por la ciudad en mi forma animal.
Entonces comenzó a llover, vaya día de mierda, las personas dejaron de circular por las calles y yo me escondí bajo un asiento para intentar no seguirme mojando.

Solté un estornudo. Ahora un resfriado? Qué más mundo?

—Oh... Pobre conejito... —escuché detrás de mi, vi y era un chico alto, de cabello rosado claro— ¿estás perdido? —pregunta acariciando mi cabeza y detrás de mis orejas.

Yo solo ronronee levemente sintiéndome tranquilo.

—Ven, te llevaré conmigo —dijo sonriendo.

Solo ne deje hacer, me fije mejor en el chico, quien sabe si era un zoofilico.
Me sorprendí al darme cuenta de su piel tan pálida, parecía un fantasma. Un momento... Esos eran ¿colmillos? ¿era vampiro?

Eso es imposible, no existen.

Salí de mis pensamientos y me di cuenta de que íbamos directo al centro del bosque, que mal rollo.
En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos al frente de una gran muralla con una enredadera.

Le abrieron el gran portón negro, el cual parecía muy pesado y entró, al instante vi un gran pueblo rodeado por el muro, el chico me llevó directamente a la casa más grande que había allí.

—¡Ya volví! —grito dejando su bolso sobre un sillón.

Escuche pasos bajando las escaleras, me gire y vi a tres hombres bajar.

El primero era un chico bajito, cabello rubio, ojos azules y cara de bebé.

El segundo era un chico más alto de espalda ancha, pelo color platinado y hoyuelos.

El último era un chico levemente moreno, pelo negro, ojos tan negros como una noche sin luna ni estrellas, era alto, pero no tanto como el segundo, sin sonrisa, ni siquiera tenia una expresión.

—Chicos... Encontré éste conejito en el mundo humano —dijo el que me trajo aquí.

—¡Que lindo! ¿Nos lo podemos quedar?  —dijo el chico rubio.

El peli-rosa asintió sonriendo.

—Debemos ponerle un nombre —ésta vez hablo el de hoyuelos.

Híbrido I [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora