Nunca olvidaré aquel día, comenzó muy tranquilo, el sonido de mi violín se apodero de aquel cuarto sombrío, mi única compañía en aquel lugar era ese instrumento que me cautivaba con las notas que tocaba, mi tarde era perfecta, hasta que unos golpes suaves tocaron la puerta de aquella gran biblioteca, al abrirla me percate de la presencia de mi madre, -debo salir, Vanessa, llegare por la noche, no olvides que vendrá el joven George a practicar con su violín, recuerda que debe regresar a su casa a buena hora-, dijo con una suave voz, yo solo afirme con la cabeza, después de dicha acción, acaricio mi mejilla, y se marchó.
el día pasaba lentamente, el cielo comenzó a nublarse un poco, y de un momento a otro una escandalosa lluvia acabó con el silencio que envolvia mi hogar.
decidí ir a prepararme un aperitivo, ya que no había comido nada durante un largo rato. Cuando me disponía a hacerme un emparedado, algo sonó fuera de casa, un sonido fuerte, y que provoco que las luces de aquel lugar se fueran, la oscuridad se esparció con totalidad. – Mal momento para que pase algo así, ¿ahora que hare?- Me dije como si no hubiese otra solución, me quede pensando un rato, mientras comía, -las velas de la alcoba de mama, ¿Cómo pude olvidarlas?- me di un leve golpe en la frente, y fui al cuarto de mama con dificultad, al llegar tome una de las hermosas velas blancas que tenía mi madre, y volví a la cocina por un mechero para encenderla.
cuando logre mi objetivo, fui camino a la biblioteca, pero algo llamo mi atención. La puerta principal estaba entre abierta, me sorprendí, hasta que mi memoria recordó lo que dijo mi madre antes de salir, así que la cerré.George quizá quería volver a jugar al escondite, pero regularmente el no dejaba abierta la puerta de esa manera, -te encontrare George!- grite para poder comenzar el juego .
comencé buscando en la cocina, no se encontraba ahí al parecer, busque detrás de los muebles que había. Me arrodille para mirar por debajo de la mesa del comedor, donde el solía escabullirse, al no lograr encontrarlo, me puse de pie y me dirigí a mi cuarto.
mi cama se encontraba desacomodada, era bastante extraño, ya que al despertar había ordenado mi habitación, puse la vela sobre mi mesita de noche, y me percate de una nota escrita en un papel mal cortado con tinta color negra. “encuéntrame, te tengo una sorpresa”.Yo solo reí leve, pensando que me daría un dulce, o algo parecido, así que tome la vela y nuevamente Salí del lugar para ir a otro, la biblioteca.
Al salir de aquel lugar escuche algo, un conjunto de hermosas notas, me cautivo aquella melodía e intenté acercarme al sitio de dónde provenía y al escucharlas con claridad me di cuenta que era mi lugar especial, donde me encontraba desde un principio. Al querer abrir la puerta, no lo logre, parecía que había puesto seguro para jugarme otra broma, -Anda abre, quiero ver que tienes para mí- dije en tono de burla, escuche murmullos del otro lado, no lograba entender que querían decirme, así que solo reí, -Vamos George, abre ya, el tiempo pasa, y se está haciendo tarde- volví a intentar abrir. Sentí que algo había rozado mi pie, al voltear abajo me di cuenta de que era otra nota, “el tiempo se está agotando, perderás el juego”.
esto se ponía cada vez más raro, el no solía hacer esto, suponía que solo quería hacer algo nuevo, volví a forzar la cerradura por segunda vez y la puerta abrió, pero al entrar, él no estaba ahí, una sola puerta, ninguna ventana, un escalofrió recorrió mi cuerpo , no sabía que sucedía. La luz de la vela dibujo en el piso una sombra, al acercarme me di cuenta de que mi preciado violín se encontraba tirado, al recogerlo mire debajo de el una partitura, al tomarla pude leer en ella ‘danse macabre de camile saint’, nuestra canción favorita. Coloque la vela en el piso para poder tomar mi violín, al levantarme, casi simultáneamente, se comenzó a escuchar aquella magnifica canción en algún lugar de mi hogar, así que me propuse a encontrar de dónde provenía.
camine por los largos pasillos, no lograba descifrar de donde venía,
el violín dejo de sonar, sabía que era mi turno de tocar.