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Era una fiesta normal, Margaret estaba sentada en la mesa de bocadillos mientras veia a su alrededor, personas riendo y hablando los adultos a un lado y los niños jugando por otro como solía ser mientras que ella estaba en exilio junto con un enorme plato que tenia diferentes aperitivos, pero nada mas podría hacer mas que mirar y comer, hasta que sus ojos captaron algo diferente; dos jóvenes adolecentes intercambiando miradas para luego retirarse por el mismo lugar entre los arboles del parque, los adultos estaban distraídos y no lo notaron asi que la curiosidad de Margaret la dejo guiarse y siguió a los jóvenes cosa que si llamo la atención de un adulto que se paro para seguirla.
La niña empezó a caminar tratando de seguir a los jóvenes que correteaban entre los arbustos y arboles del gran patio pero los pequeños pies de la niña no pudieron seguir a los rápidos y entusiasmados de los jóvenes así que se detuvo a descansar pero no se dio cuenta que alguien estaba a metros de ella viéndola atentamente como si fuera Alicia correteando al conejo blanco, le daba esa imagen ya que llevaba un vestido celeste y su pelo era atado por una cinta blanca a demás del escenario de un laberinto de arbustos.
Finalmente quien la observa se acerca a la niña de celeste y la toma del brazo haciendo que ella se sobresalte pero luego suspire al ver a su padrastro.
-¿Margaret que haces aquí?- pregunta el hombre con un rostro serio que hace a la niña temer por ella misma.
-Solo vi a dos chicos y me causo intriga a donde iban…- dijo la niña mirando el suelo esperando que el hombre la suelte del brazo.
-Pues no puedes irte sin decirle a tu madre o a mi ¿entendiste?- pregunto mientras se agachaba junto a ella y apretaba su agarre haciendo que la niña se queje -¿entendiste o no?- volvió a preguntar a la pequeña haciendo que sus ojos se cristalicen por el fuerte agarre en su pequeño brazo.
-Si, lo siento, entendí, ya entendí- dijo Margaret apresuradamente mientras tiraba de su brazo ya rojo por el agarre del adulto.
-Que bueno que entiendas, pero dime ¿que pasa con las niñas que no hacen caso?- pregunto el hombre haciendo que la pequeña levante la mirada a el mientras sus labios formaban un puchero y sus ojos contenían las lagrimas sabiendo a que se refería su padrastro.
-No, por favor, hare lo que sea pero que no sea eso- suplico la niña mientras el hombre la miraba con enojo.
⁷-¿Qué pasa con las niñas que desobedecen?- pregunto el hombre con seriedad mientras la pequeña negaba tratando de separarse -responde Margaret- le ordeno pero fue en vano ya que la niña siguió negando mientras caían lagrimas por sus rojizas mejillas -¡responde Margaret!- le grito el hombre sabiendo que nadie lo escucharía ya que estaban muy lejos de la fiesta, la niña grito en desesperación y piso su pie haciendo que la soltara por reflejo, la niña empezó a correr a la fiesta mientras el la perseguía hasta que su brazo fue tomado por el hombre devuelta mientras ella gritaba que la dejara una y otra vez.
-¡NO, DEJAME, SI FUI BUENA, DEJAME!- gritaba la niña mientras el se colocaba enzima de ella y trataba de retenerla, Margaret empezó a patalear mientras lo empujaba como podía sin fuerza alguna ya que la niña de nueve años no lograba correrlo, pero de un momento a otro el se alejo gritando.
-¡MONSTRUO!- grito el hombre mientras sostenía su brazo que tenia algunas quemaduras, la niña lo vio con miedo la igual que el a ella ya que sus ojos mostraban un rojizo oscuro mientras que sus manos quemaban el pasto debajo de estas.
Los gritos llamaron la atención de alguien ya que pasos se escuchaban acercándose mientras la niña miraba al hombre frente a ella y derramaba lagrimas por sus rojizos ojos. Detrás de ellos apareció la madre de Margaret que apenas los vio en le suelo corrió a su esposo para socorrerlo.
-¿Qué paso?- pregunto la mujer mientras tomaba el brazo del hombre mientras veía a su hija con enojo.
-¡Fue el monstruo, se estaba escapando y la atrape, trate de retenerla pero lo hizo devuelta! ¡Esta poseída por el diablo!- exclamo el hombre señalando a la niña que lloraba en el suelo.
-Tienes razón, hay que sacarle el diablo a la niña para que se libre y deje de atormentarlos- dijo el monaguillo de la iglesia acercándose a los adultos mientras veía con desprecio a Margaret.
En la habitación de la pequeña Margaret se escuchaban gritos de dolor mientras el monaguillo de la iglesia, la madre de Margaret y su padrastro sostenían a la niña que estaba llena de cortadas echas por loa adultos, la pequeña gritaba tratando de liberarse de ellos hasta que por fin pudo soltarse del agarre que su madre ejercía en sus piernas, la niña patio a su padrastro haciendo que este la suelte mientras su madre gritaba que la atrapara, finalmente se logro apartar del monaguillo y salto fuera de la cama, empezó a correr fuera de la habitación siendo seguida por los tres adultos, al llegar a la sala de estar su madre la alcanzo y tiro de su pelo haciéndola caer, empezaron a forcejear hasta que la niña inexplicablemente supero a su madre en fuerza y quedo en sima de ella, con sus pequeñas manos empezó a estrangular a la mujer, ella se removía debajo de la niña tratando de salir de su agarre mientras el aire disminuía en sus pulmones, cada vez menos hasta el estado de estar a punto de desmayarse pero luego el agarre se suelta de inmediato logrando que la mujer respire, al ver a su costado vio a la niña ser derribada por una lámpara de metal, esta impactando en su cabeza haciendo que se escuchara un crak del cráneo, la pequeña Margaret callo al frio suelo mientras su cabeza derramaba sangre, inmensas cantidades de sangre.
Los tres adultos ven inexpresivamente a la niña desangrándose en el suelo de la sala mientras su padrastro tenia la lámpara llena de sangre en sus manos, en un murmullo el monaguillo empezar a rezar y pedir misericordia.
-Perdónanos padre por haber pecado, por no haber podido salvar el alma de la niña, ella fue tomada por el diablo y era muy tarde para la pequeña Margaret- murmuro el hombre mayor mientras los tres adultos veían la sangre manchar el oscuro suelo de madera de la casa.