Secreto

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Los auriculares de Gulf tenían un volumen considerable, su abuela y sus padres seguían fuera del lugar y el quedó muy asustado para salir nuevamente.

Su debut como explorador había muerto al igual que su inconsciente.

Los ojos de aquel hombre seguían grabados en su memoria, la intensidad de esos ojos cafés lo tenían con los ojos cerrados.

Nunca había sentido tanta curiosidad como hasta esa mañana.

La puerta se abrió al mismo tiempo que su boca para recitar la canción, porque el no cantaba, pero amaba la música.

Su abuela lo llamó desde el primer piso...

— Gulf, cariño, tenemos visitas, ¿Quieres bajar por favor?

¿Quién demonios visitaría a su abuela en el pueblo de la nada y olvidado por Buda?

Se quitó el aparato de los oídos y se puso las sandalias, caminó arrastrando los pies. Qué importaba si estaba despeinado, solo saldría a saludar por cortesía y huiría de nuevo a su habitación hasta que el viaje terminara. Adiós a su aventura en el bosque y a ese hombre tan extraño, ojalá nunca lo volviese a ver en su vid...

¡Oh por dios!

La anciana sonreía a la figura que tenía en frente, pero el individuo solo sonrió al ver bajar a Gulf.

La abuela de Gulf parecía encantada con la visita de aquel hombre, aunque en la vida lo hubiese visto o hablado con él, en sus cinco sentidos la abuela estaría igual de extrañada que su nieto, pero el encanto de Suppasit Jongcheveevat era de otro nivel.

— Gulf, ¿Que bueno verte de nuevo? — saludó el hombre al chico.

— Pero ¿Es que ustedes ya se conocían?

— No.
— Sí.
Atinaron a responder al mismo tiempo.

— Bueno abuela, nos conocimos está mañana, el paseaba por tu jardín mientras yo recorría el viejo sendero, nada del otro mundo. — respondió aquel caballero nocturno guiñando un ojo al chico que seguía mirando con intriga a aquel hombre — Abuela, ¿Te importa si hablo con tu nieto unos minutos?

— Para nada hijo, pasa, si gustan hablen en la recámara de Gulf, seguro nadie los molestará allí.

— Abuela, pero que dem... — profirió Gulf casi en un reclamo, pero fue interrumpido por el leve jalón de brazo que recibió. Incluso al verse incómodo su abuela no se inmutó, es más, se fue a la cocina a preparar más rollos de canela para el invitado.

Mientras él era arrastrado hasta su habitación.

— ¿Quiere soltarme, señor? ¿Esto es por invadir su jardín? Lo lamento, de acuerdo, es solo que no me di cuenta de que estaba tan lejos de cas...

Su disculpa forzada fue interrumpida nuevamente, pero está vez no fueron las manos de hombre, sino su boca.
Esos labios húmedos con los que nunca imaginó.

Al principio rechazó el acercamiento tratando de alejar al hombre que ejercía una leve fuerza en los hombros del muchacho. Pero poco a poco cedió, no supo porque ni en qué momento rodeó el cuello del mayor con sus brazos delgados. O en qué momento dejó que aquel hombre metiera su lengua en ella.
Lo único que sabía es que le estaban temblando las piernas, pero le gustaba lo que sentía, aún cuando el aire faltaba no interrumpieron el beso. Solo tomaban leves bocanadas de aire, hasta que el hombre se apartó de repente dejando al chico con los labios hinchados y mojados, los ojos cerrados y la boca abierta, y luego la realidad volvió.

— No puedo hacerte esto... — susurró Mew.

— ¡Claro que no! — protestó el menor. — ¿Quién se cree que es para venir a besarme sin explicación alguna! Sino se ha dado cuenta los dos somos hombres y usted es un señor...

— Técnicamente no, tengo veintisiete años... Pero realmente sí, porque los tengo desde hace un siglo — parecía que Mew se estaba respondiendo solo, pero fue lo suficientemente alto para que el chico lo escuchara.

— ¿Me está diciendo que una momia me estaba besando!

— No soy una momia, Ash, no, estoy vivo, siénteme, soy carne y huesos, mis células aún viven, niñato.

— Niñato, me ha llamado ¿Niñato? Le recuerdo que usted vino hasta acá a besarme sin motivo alguno.

— No lo entenderías... y ya me dijiste eso, siempre es lo mismo contigo.

— No lo conozco, como es que dice esas cosas.

— Ya lo recordarás... Te he besado, acabo de marcar nuevamente tu destino.

— ¿Es un especie de rito satánico o algo así? Oiga, ¿A dónde va? ¡Regrese!

Cuando Gulf quiso seguir al hombre para seguir pidiendo explicaciones ya no estaba.

Bajó las escaleras corriendo pero de aquel caballero no había ningún rastro, su abuela parecía sumergida en su propia realidad.

— Abuela, ¿Dónde está aquel hombre que vino a visitarnos?

— ¿Hombre? ¿Que hombre? Aquí no ha venido nadie. Tal vez lo soñaste cariño, o es que tienes hambre, te prepararé algo de cenar...

La abuela volvió a la cocina y el volvió a su habitación, claramente su abuela actuaba extraño cuando aquel hombre estaba en casa.
Entonces se había marchado así como así, llevándose el primer beso de Gulf.

Claramente había ido de vacaciones pero esto estaba superando completamente sus expectativas.

Tomó su mochila nuevamente y un abrigo, la tarde empezaba a apagarse. Pero no descansaría hasta encontrar a aquel hombre que según él "le había marcado su destino"

Gulf, siendo tan curioso, necesitaba explicaciones.

El Caballero de la Noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora