Deseo

341 58 15
                                    

Estaba seguro que ese era el camino correcto al castillo, pero aún no veía nada, la obscuridad cada vez se estaba poniendo más densa.

Pudo fácilmente dar la vuelta y regresar a casa, olvidar al señor de la tarde. Pero no, decidió caminar ahora sin sentido.

El frío poco a poco empezó a calar sus huesos, salir con una sudadera delgada no fue la mejor idea, pero si la más rápida.

El crujir de las hojas secas se hacía más intenso conforme más pasos daba. El caminar sin rumbo comenzó a ser mala idea.

Era tarde para regresar en todos los aspectos.

La noche había llegado, pero parecía seguir buscando una aguja en un pajar.

Sentía que si daba otro paso más se desmayaría, estaba cansado, no sabía exactamente cuanto había recorrido hasta ahora pero se sentía tan lejos de casa de la abuela.

Desbloqueó su móvil, eran casi las diez de la noche...

Espera... ¿Las diez?

Miró su teléfono otra vez.

Quiso llamar a sus padres, pero no había cobertura de red, claro, estaba en el pueblo olvidado por Buda. ¿No?

La lámpara de su móvil lo llevó hasta un gran árbol, antes de quedar sin batería.

¡Con un demonio, lo que me faltaba!

La adrenalina que empezó a recorrer su cuerpo estaba combinándose con la noche helada, había oído que en las zonas boscosas el frío era más intenso debido a la copa de los árboles y a la frondosidad de los mismos, no creía que fuese cierto, pero el temblor incontrolable de su cuerpo le estaba confirmando lo contrario. Era muy tarde para pedir ayuda en ese sitio.

Tal vez ni siquiera llegaría a la navidad siguiente, todo por tratar de averiguar porqué demonios ese hombre lo había besado y sobretodo porque el se había dejado... Quiso ir a preguntar.

Sin embargo se desmayó.

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.




El sueño que tuvo fue extraño solo recuerda que algo al final lo hizo saltar del susto, abrió los ojos de inmediato, veía un poco borroso, el frío de su cuerpo se había ido totalmente, había ropa húmeda colgada en un gancho en un clóset antiguo de madera. Una frasada caliente y una chimenea humeante le acompañaban en esa enorme habitación.

Al recuperar su vista por completo, notó que aquellas prendas eran suyas y se vio desnudo, en un movimiento veloz descubrió que no lo estaba, alzó la frasada verde que le cubría y lo único que encontró descubierto fueron sus piernas, una holgada camiseta de seda le cubría parte de los muslos, pero era tan grande que le caía por el hombro derecho. Un leve escalofrío recorrió su cuerpo antes de oír como la puerta se abría.

— Veo que ha recuperado la consciencia... — dijo aquel hombre que entró sosteniendo una charola de bronce .— Se lo haré saber al amo, por favor mientras espera a que el amo suba, coma este emparedado que le he preparado.

Gulf solo asintió al hombre canoso que le extendió la charola y se despidió con una reverencia... Antes de que éste saliera de la habitación Gulf le llamó.

— Disculpe, ¿Usted me ha cambiado la ropa?

El hombre negó.

— Imposible señor Kanawut, jamás el amo nos dejaría hacer algo como eso, el mismo lo ha hecho, solo lo hemos arropado, Sanah, la ama de llaves es quien le ha puesto la frasada, pero jamás podríamos tocarlo, nunca se nos ha permitido eso, ni siquiera cuando cayó del caballo...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 28, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Caballero de la Noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora