Si Minho hubiera tenido la certeza de saber el día de la muerte de su amado Jisung, hubiera hecho lo que fuera por detener a ese ladrón. Si hubieran cruzado palabras en vida, talvez esa noche Jisung hubiera estado a su lado, si tan solo pudiera salir a la luz y pasar una tarde con él, talvez su destino habría podido ser diferente. Tristemente no lo fue, y ahora su única esperanza era llevar el cuerpo sin vida de su amado a su ciudad natal.
El día que Jisung se mudo a la casa de enfrente era soleado, detestablemente soleado. No pudo verlo más allá de las gruesas cortinas de su sala, recuerda haberlo visto tropezar con el segundo escalón y soltar una maldición. Por la noche quiso salir a investigar un poco, el nuevo vecino despertaba una extraña curiosidad en él, algo que nunca había experimentado en sus miles de años de vida.
Jisung era muy sociable, ya que cada noche sus amigos y él salían a su patio a beber o simplemente a pasarla bien. El día que pudo escuchar su nombre se sintió volar, y no es que hubiera desplegado su capa por la noche y abrazado el cielo, fue algo diferente. Se había sentido en las nubes, aunque estuviera frente al grisáceo sofá sosteniendo la cortina para dejar ver un poco del exterior. Ese día no pudo entenderlo, no entendía la curiosidad causada en él por el rubio.
Esa misma noche no pudo contener sus ansias, su curiosidad gritaba por respuestas. Dejo caer la espesa cortina, tapando su vista, intendo no ver la tentación. Tomó su copa y bebio tan rápido como pudo, el dulce líquido pasó por su garganta y nuevamente se encontraba abriendo la cortina. Sus pupilas se dilataron y sus manos temblaron, Jisung estaba hay, recostado sobre el pasto, susurrando cosas a las estrellas. Sus piernas subieron las escaleras. Aunque sabía que sería una mala idea y probablemente más tarde se arrepentiría de ello.
Necesitaba un poco más de ese joven rubio. Una vez sobre el balcón de su alcoba, sus frías manos se aferraron al barandal, la tétrica noche lo saludo. Decidido y con la esperanza a flor de piel desplegó su capa, su vieja y gruesa capa negra, un suspiro fue robado y ahora Jisung miraba atentamente a su vecino sobre el balcón.
Nunca había sentido tantas emociones en un pequeño instante, se petrifico tan pronto sus ojos se encontraron. El hermoso rubio había cruzado su mirada, aún sobre el césped, con diversas bebidas alcohólicas a su alrededor, con un pequeño rubor en las mejillas e intriga reflejada en el rostro. Una corriente de viento helado le susurro al oído y por un instante dudo.
La fría noche era casi tan gris como su sofá, a lo lejos se escuchaban risas ajenas y Jisung parecía estar esperando lo que ya sabía. Sin despegar la mirada, Minho torpemente se trepó sobre el barandal, esperando algún tipo de aprobación o quizás una invitación, observó un poco más al rubio. Era hermoso el contraste de colores, la tenue luz reflejada sobre su piel, el intenso brillo en sus ojos era sencillamente fascinante.
Sus huesudas y temblorosas manos intentaron contornear la oscura silueta del menor, talvez al rubio le pareció un saludo pues agitó su mano derecha. Sin una sola pizca de duda o temor, dio un paso al frente. Cayendo tres pisos, mientras el viento acariciaba su rostro y la luna mordía sus labios, Minho comenzó a creer en un pagano sentimiento antiguo.
Unos centímetros antes de tocar el piso su capa parecía haber tomado vida propia, el césped se agitó y algunas rosas murieron. Se elevó con tanta elegancia y delicadeza que parecía algo natural, algo completamente normal en él. Surco un poco los cielos, las estrellas se confundían con su penetrante mirar, titubeo un poco esperando alguna señal del menor. Un par de piruetas y unas cuantas vueltas hicieron que Jisung cambiará su mirar, con una diminuta sonrisa hizo a Minho tambalear.
Unos segundos más sobre el cielo nocturno le bastaron para comprender su curiosidad, comenzó a decender unos centímetros a la derecha del menor. Su dulce mirar le parecía asfixiante, pero de una manera encantadora, se sentía empalagodo, pero necesitaba más. Al tocar el piso, el rubio extendió su mano derecha, una pequeña y delgada mano se extendía intentado encontrar la fría y huesuda mano del contrario. Sin poder esperar más, Minho extendió su propia mano deseando desesperadamente el contacto con la otra.
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𝐬𝐮𝐬𝐮𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐧𝐨𝐜𝐭𝐮𝐫𝐧𝐨𝐬 || stray kids
Fanfiction❝ Pequeños relatos de media noche, dónde los chicos de stray kıds son los protagonistas. ❞ ☁️; un capítulo, una historia. @𝐦𝐨𝐧𝐮𝐭𝐭𝐞𝐭_