III

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La repentina y trágica muerte de sus padres no significó un profundo dolor para Roger, nunca logró establecer un vínculo emocional importante con ellos. Como heredero del trono, el fallecimiento de sus progenitores lo obligó a asumir el papel de rey a una edad temprana. Este hecho, lejos de incomodarlo, representó la realización de su anhelo infantil de liderar el Reino que sus ancestros habían gobernado. Sin embargo, con el tiempo, la administración de sus deberes se volvió cada vez más complicada. Reconociendo la necesidad de ayuda, decidió contratar a un asistente, y fue entonces cuando Max O'Kelly entró en su vida. Aunque joven, Roger no podía oponerse, dado que él mismo era joven. Max y Roger conectaron instantáneamente; y el asistente se dedicaba en todo lo posible a servir al rey, demostrándose como un empleado destacado que manejaba las tareas y aliviaba gran parte de sus cargas. Sin embargo, Roger lo estimaba más que como a un empleado; lo consideraba un amigo, un confidente. Incluso, Max llegó a compartir la mesa real con él, eliminando la norma de que los empleados comieran por separado, en un comedor destinado para ellos, estableciendo así una división entre "mesa real" y "mesa de empleados".

Ser "el favorito del rey" no causó discordia entre el personal. Se entendía que, al ser el asistente personal de Roger, existía un vínculo especial entre ellos, sabían cada detalle el uno del otro y pasaban la mayor parte del tiempo juntos. Max trabajó en el castillo por tres años, periodo durante el cual el personal del palacio aumentó debido a la creciente necesidad de trabajo. Max siempre hizo un esfuerzo por integrar a los nuevos y hacerlos sentir acogidos, actitud que Roger compartía, deseando ser visto más como un amigo que como un monarca.

La llegada de Clarice Smith, poco tiempo después, marcó un nuevo capítulo en la historia del palacio. Era una joven dulce y siempre sonriente, captando de inmediato la atención de Max, despertando en él un sentimiento único. No obstante, cuando las responsabilidades de Max se incrementaron, Beatrice Wayne asumió parte de sus labores. Beatrice, encargada de mantener todo en el castillo en orden. Inicialmente intimidaba a los nuevos empleados con su seriedad, aunque progresivamente, a medida que les tomaba afecto, permitía ver alguna sonrisa.
El reinado de Roger se destacó por reflejar una verdadera satisfacción en su rol, alcanzada gracias al apoyo de sus amigos, pues consideraba a los empleados como amigos.

Con el tiempo, Beatrice sugirió a Roger la necesidad de encontrar una reina y formar una familia para asegurar un heredero, conforme a la ley, algo que Roger comprendía a la perfección. Desde su niñez, se le había inculcado que, como rey, debía encontrar a una mujer hermosa y digna para ser la reina, aunque Roger siempre resistió a esta idea. Las constantes presiones de su padre para que aceptara a alguna candidata invariablemente terminaban con Roger evitando el tema y mencionando el nombre de un joven
"John".

Actitud que no desalentaba a sus padres, quienes persistían una y otra vez, aunque sin éxito.

Al madurar, Roger, aunque satisfecho con su soltería, era consciente de las normas y, aún más, de sus responsabilidades. Poco después, Dominique Beyrand apareció en escena como su prometida, y Max pasó a ser ayudante tanto de ella como de Roger. Sin embargo, pronto emergió la discordia, ya que Dominique comenzó a quejarse de la supuesta preferencia de Max hacia Roger y de no recibir un trato adecuado. El joven rubio intentaba mediar en la situación, pero Dominique, insistente, pronto consiguió su propio asistente personal para atender sus demandas, Harnold Black. Harnold, desde su llegada, generó un ambiente de temor entre el personal. No obstante, Max supo mantenerse firme, dejando claro que no toleraría interferencias.

Con la llegada de Dominique, la dinámica del reino cambió radicalmente. Roger, a pesar de declarar su felicidad, claramente no lo estaba. La imposición de una jerarquía rigurosa entre él y los empleados por parte de Dominique, además de su control sobre todo y su empeño en distanciarlos de Roger, marcó un antes y un después en el manejo del reino. Los desacuerdos y la tensión se convirtieron en algo frecuente, a excepción de Harnold, quien se mantenía al margen y obedecía a Dominique sin cuestionar, evitando cualquier interacción con el resto del personal.

El príncipe Taylor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora