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Era martes, como aquél primer día, justo las seis treinta y siete de la tarde y por alguna razón, Jungkook se sentía ansioso, quería llegar cuanto antes a su casa, por lo que apuró el paso, las manos le sudaban a horrores

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Era martes, como aquél primer día, justo las seis treinta y siete de la tarde y por alguna razón, Jungkook se sentía ansioso, quería llegar cuanto antes a su casa, por lo que apuró el paso, las manos le sudaban a horrores.

Jimin, el alfa que caminaba a su lado, había notado su inquietud, ya que el aroma del omega se había vuelto un poco más cítrico, aspirar su aroma se sentía como saborear un durazno que no había terminado de madurar y sabía más ácido que dulce, además, Jungkook había ocultado su segundo aroma -por lo que Jimin no podía tener certeza de qué era exactamente lo que ocurría-; llevaba cortejando a Jungkook todo un mes, aunque la situación entre ellos no era muy distinta a como lo era en el principio: salían, se tomaban de las manos, a veces se daban algún pico o se besaban en la comisura de los labios, pero nunca pasaban a más, y Jimin lo entendía, antes de empezar con el cortejo se prometió no desesperarse por la situación ni sentirse mal si no iban igual de rápido que otros, ante todo, Jungkook era uno de sus mejores amigos y sabía que el menor no solía abrirse con sus sentimientos tan fácilmente, por eso le esperaba con toda la paciencia y cariño que tenía para dar.

"¿Ocurre algo, Kookie?" Preguntó. Jungkook forzó una sonrisa medianamente falsa y negó. Jimin no le creyó, tomó su mano y la entrelazó con la suya, alzó ambas manos frente a su rostro y depositó un besito en el dorso de la mano del menor, Jungkook arrugó su nariz tiernamente ante el gesto, Jimin le sonrió, cálido.

"Mamá me dijo que tenía que recibir un paquete por ella a las seis cuarenta" Mintió, haciendo un puchero para que pareciera más creíble y observando al castaño con fingida tristeza. "Seguro el cartero se habrá cansado de tocar, oh...¡Es tan tarde!" Se quejó, aún con el puchero en sus labios.

Jimin se sintió repentinamente culpable y muy apenado, al punto en que sus mejillas tomaron un color rojo cereza, no quería causarle problemas a la señora Jeon -y esperaba no recibir ningún regaño de su parte- la última vez tuvo que hacer varias reverencias porque había traído tarde a Jungkookie de una salida al cine, como castigo recordó que no dejaron salir al menor durante varios días por su causa, pero cada que sacaba el tema su dongsaeng siempre se reía un rato y luego le pedía que lo olvidara...pero ahí estaban de nuevo, llegando tarde, ser puntuales definitivamente no era lo suyo.

A cada paso que daban, se encontraban más cerca de la entrada a la casa de Jungkook, lo que hacía sentir muy nervioso al menor y por ello se esforzaba tanto por esconder sus aromas, ¿Cómo reaccionaría Jimin cuando se diera cuenta del regalo en la entrada?, ¿Realmente creería en su pequeña mentira piadosa? o ¿Era muy obvio? No,no,no ¡Él era tan malo para mentir! Seguramente tendría que dar explicaciones demás y...

"Hemos llegado, amor" Jimin balanceó sus manos entrelazadas con cariño, ni siquiera le dio tiempo de pensar en una excusa más o algo, ya estaban frente a las escaleras de madera.

Jungkook parpadeó, todavía medio ido en sus pensamientos, después de casi cuatro segundos salió de su estupor y se acercó al castaño para rodearlo en un medio abrazo, escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello.

★ boy with flowers ; hopekook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora