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—¡Gryffindor!
El ruido de los gritos y aplausos calurosos de parte de la casa de los leones lleno el gran auditorio que estaba repleto de jóvenes magos. Todos observaban al hermoso niño de primer año que se clasificaba en la casa de rojo y dorado. Las niñas fueron las principales hacedoras del pequeño caos, porque el recién agregado a la casa, era el niño mas inusual y atractivo entre todos los pequeños magos de 11 años.
Cuando los ojos azules de Kyle quedaron a la vista después de que le quitarán el sombrero seleccionador, casi inconscientemente vio en dirección a la mesa de Slytherin, dónde el pequeño Draco de 11 años lo observaba fijamente, sin la pequeña sonrisa pretenciosa que siempre tenía en su rostro, igual de sorprendido que él, sin aplaudir ni un poco, viendo como su amigo caminaba con cuerpo rígido a la mesa decorada con telas doradas y rojas.
Aún dentro de su aturdimiento, Kyle instintivamente camino con pasos seguros a uno de los asientos vacíos, ignorando a los demás niños que aún no pasaban y que con nerviosismo le cedían el paso, sin importarle las palmadas de bienvenida que recibía de sus mayores y que sentía como insectos sobre su espalda.
Se sentó entre todos los alegres magos, tomando uno de los tantos espacios vacios, sin expresar sus verdaderos sentimientos e ignorando todo lo que sucedía a su alrededor.
Los magos de grados superiores que se encontraban cerca lo observaron con confusión debido a su poca expresión, pero antes de que pudieran preguntar algo, su atención fue puesta en el nombre del siguiente niño mago, aquel que todos en el mundo mágico conocían, el niño que vivió.
Todas las casas contuvieron la respiración con entusiasmo, deseando y anhelando que el famoso Harry Potter, trajera reconocimiento a su casa.
Después de minutos de espera dónde todos se encontraban ansiosos esperando el resultado, dos casas aplaudieron decaídas, una aplaudió con desdén y la mesa revoltosa se volvió a llenar de alegría mientras se abrazaban como si cada uno hubiera ganado millones de galeones.
Solo Kyle se mantenía poco interesado en lo que sucedía a su alrededor, marcando un claro contraste entre la felicidad y la indiferencia. Aunque al encontrarse entre tantos magos celebrando alegremente casi nadie le presto atención, todos mantenían su atención en Harry Potter y los Gryffindor que lo recibían calurosamente.
Kyle solo observo su plato dorado que brillaba con el reflejo de la luz de las velas y las estrellas del cielo artificial, se centro en sus diversos pensamientos hasta el punto en que, a pesar de que el ruido de los aplausos y susurros seguía a su alrededor, él logro ignorarlos sin dificultad.
Pensó con cuidado en la razón de que el sombrero seleccionador no hubiera tomado su opinión en cuenta y lo hubiera despachado en segundos sin prestar atención a su propia opinión.
Tenía claro que él no era parte de la trama y que quizá por esa razón no podía hacer un pedido tan descuidado como lo hizo Harry Potter, quien era el protagonista, pero no pudo evitar sentir una molestia persistente en el fondo de su mente, que el sombrero no hubiera tomado su opinión en cuenta y lo hubiera enviado al lugar que menos deseaba fue un suceso que no había estado dentro de sus consideraciones.
Quizá en el pasado tuvo el pensamiento de ingresar a Gryffindor cuando había llegado a ese mundo, pero despues de vivir por once años y pensar en ello, sabía que ese deseo había muerto hace mucho tiempo, también entendió que él no tenía las cualidades de un joven león.
Estaba seguro que nunca sería capaz de representar a un Gryffindor, no podía pensar en él rompiendo las reglas siendo una persona valiente y osada, tampoco se imaginaba levantando la voz y disfrutando de la vida sin problemas, al menos no podía pensar en hacer aquello mientras viviera en el mundo mágico que estaba destinado a un futuro lleno de caos.