No sabemos cuanto tardará alguien en permanecer en nuestra vida porque con el tiempo aprendemos que las personas que nos rodean no permanecen toda la vida, eso lo aprendí ese día. Pero también aprendí que era imposible saber cuando llegaría alguien a ella, porque es así tan imprevisible, como la muerte.
Me di cuenta que solía conformarme con algo que no merecía por miedo a estar completamente sola. Y quizás lo cierto era que si lo estaba, porque concretamente me perdí por completo aceptando tratos, cuando sabía que estaría mal, decidí quedarme ahí por mi propia decisión perdiendo por completo la dignidad y el respeto a mi misma.
Al final no podemos cambiar a las personas, un maltratador siempre será un maltratador. ¿Por qué?, ¿Para qué?, ¿Para qué conformarnos con menos cuando merecemos más?. En fin; mil preguntas surgían en mi mente mientras caminaba a la residencia, estaba dolida, pero no podía expresar ni una lágrima, me había convertido tan fuerte desde aquel día, o solo ese día, seamos sinceros ¿A quién engaño?, era sensible, demasiado, y como diría Rosie, mi compañera de residencia "La típica sentimental".
Solo que ese día sentía que aquel idiota no lo merecía.
Me detuve frente a una cafetería y pedí un café negro solo para intentar despertarme un poco, porque al final podía animarme a pesar de lo que había pasado, y vaya que lo necesitaba, y no sería mala idea porque al llegar a la residencia me esperaban largos trabajos que concluir, joder es que estudiar filosofía podía llegar a ser agotador.
Salí de la cafetería con mi café en mano y seguí caminando.
Ya solo me faltaban unas cuantas cuadras para llegar.
Iba mirando al suelo y giré en una curva hacia la derecha pero antes de seguir mi camino tropecé con un chico delgado y mas alto que yo mucho más alto, eso si era seguro llevaba unos vaqueros negros junto con una camisa blanca, y se le había caído su teléfono, en cambio; mi café estaba por todo el suelo. Fue un alivio ver que su pulcra camisa no tenía ninguna mancha
Diablos el café, gracias desconocido.
Me agache para recogerle el teléfono pero chocamos nuestras cabezas.
―¡Agh!―dijo aquel chico mientras se sobaba la cien.
―Diablos―nos miramos fijamente y él esbozó una pequeña sonrisa.
―Cuanto lo siento, no te vi en el camino―dije apresuradamente, imitando su gesto de sobarme la cien, lo mire a los ojos y ¡Joder!.
¿Podrían ser mas lindos?. ¿¿¿¿QUE????. ENFOCATE.
―Lamento lo de tu café.
Miraba al suelo con una mueca, imite su gesto, me causó un poco de dolor observar todo el contenido esparcido en el piso.
―Mmmm, bueno, no te preocupes.
¡Mentira preocúpate tonto, mi café está en el suelo!.
―Puedo compensarte, digo, básicamente estamos a cinco pasos de la cafetería.
―Oh, tranquilo no hace falta, realmente tengo prisa.
Vale mentira. Deja de preocuparte solo quiero descansar y culminar mis trabajos. ¿Por qué eres tan bipolar?

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SERENDIPIA
RomanceUna tarde. Un desconocido. Y una burla. Era lo único que se necesitaba para que la vida te sorprendiera. ------------------------------------------------------------------------------------------------- Todos los Derechos Reservados, prohibida su ve...