SERENDIPIA

IV

—¿Soph?.

—Si, Soph.

—Suena algo raro.

—Es bonito—dijo él, sonriente.— Pero. Russu es mejor.

—Si vamos a ser amigos, deberías dejar de llamarme Russu.

—Puedes pedirme otra cosa, pero no dejaré de molestarte.

Me crucé de brazos. Irritada.

—Si dejas de llamarme Russu, te daré esas clases de guitarra.

—Mmmm, entonces ¿Serías mi profe de música o algo así?.

—No exactamente, solo es ayuda para que puedas terminar de aprender a tocar.

—Y tu de casualidad, ¿Tocas el piano?.

—No— me encogí de hombros.

—Estás de suerte.

—¿Eh?.

—Te enseño a tocar el piano y tu a mi guitarra. Así puedo seguirte llamando Russu.

—¿Y creías que aceptaría tu sucio trato para poder llamarme "Russu"?.

Entrecerré los ojos. El solo seguía con aquella sonrisita que me ponía de los nervios.

—Me conformaría con ver tutoriales de YouTube.

—Vale, como quieras.

—No aceptaré ese trato.

—Vamoss, ¿No te gustaría aprender el piano?. Incluso podrías dedicarme alguna canción un día.

—¿Dedicarte una canción?.—me reí de él.

—Por supuesto, al ser tu maestro deberías dedicarme una canción como agradecimiento.

Le puse un dedo en el pecho señalando.

—Tu eres quien debería dejar de llamarme Russu, y así podrás recibir tus clases de guitarrita.

Lucas me dedicaba miradas divertidas.

Pasó por mi lado y avanzó hacía el edificio. Lo seguí enojada hacia la entrada.

Cuando llegué a su lado él estaba sosteniendo la puerta con una mano. Vale, Rosie tenía razón, quizás si era un poco guapo, más que todo por su bonita sonrisa.

¿Por qué volvía a pensar en su sonrisa?. Por Dios.

Mientras esperábamos el ascensor me observaba detenidamente.

¿Por qué me miraba así?.

Me sentí claramente incómoda por lo que desvié la mirada.

—Eres adorable incómoda.

—Oye yo no...

—Y sonrojada también.

Justo las puertas del ascensor se abrieron él puso una mano entre estas para que pudiera pasar sin que se cerraran.

Apoye mi espalda contra la pared. Presionó uno de los botones, imito mi posición y vi como una que otra vez volteaba a mirarme.

—Sigo pensando que te ves muy tierna enojada.

—¿Podrías dejar tus sonrisitas?.

—Te molestan mis "sonrisitas". O ¿te incomodan?. —Dio unos pasos hacia mí.