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El viaje fue relativamente largo, pero al cabo de cuatro largas horas llegamos a nuestro destino, Porque, que mejor lugar que para esconderse que en los suburbios de ¿New york?, donde viven millones de personas. Un lugar donde nadie pensaría en buscarme porque siempre fui alguien de lugares habitados pero no en abundancia, así que cualquiera que me conociera este sería su último lugar en buscar...

-Ven.- Amy hablo, logrando sacarme de mis pensamientos-.

-Esta bien- intenté formar una sonrisa, la cual salió más como una mueca-.

Seguimos caminando unas cuadras donde llamamos a un taxi para que nos lleve.

-A está dirección, por favor- Amy le pasa un papelito donde tenía anotada la dirección del lugar-.

El hombre solo asintió y comenzó a conducir, mientras tanto me puse el cinturón y empecé a observar por la ventanilla para distraerme..

Jamás me imaginé viniendo a vivir a New York y menos salir de esa pocilga donde estaba .. Es una linda ciudad y siempre había oído hablar de ella porque a mamá le encantaba, creo que si ella seguiría viva estaría queriendo llevarme de un lado para otro. Jamás me planteé terminar viviendo aquí o en si en una ciudad tan grande con tan solo diecisiete años. Sin duda alguna Amy hizo un giro de trescientos sesenta grados, sin importarle lo que a ella podría sucederle. Porque esa es la realidad, lo que conlleva estar conmigo, son solo problemas...

Intento dejar de lado lo negativo y pensar en las cosas que podría vivir ahora, en mi nueva vida. Ya que no tan solo me fui de donde estaba la alimaña de mi tío, sino que estaba por empezar en un lugar donde nadie me conocía y eso, me ponía ansiosa ya que podría ser como yo quería ser y hacer lo que yo quiera como una adolescente normal por así decir, junto a su mejor amiga.

-Ya llegamos- dijo el conductor con un deje afable, salvándome de mis pensamientos- Es un total de cincuenta dolores.

-Tome, y quédese con el cambio- le dio el dinero Amy, al señor-.

-Muchas gracias señorita, que tenga linda tarde-.

Al bajar, lo primero que veo son grandes edificios color gris oscuro y algunas tiendas de ropa, donde entran y salen una infinidad de personas.

-Es por aquí, sígueme-

Nos acercamos a uno de los edificios y ella toca un botón el cual al cabo de unos segundos se escuchó una voz algo armoniosa.

-¿Diga?-

-Hola Helen, soy Amy, así que mueve esas caderas y dejanos entrar.

-Siempre tan educada, ahí voy– masculla-

Al cabo de unos segundos se escucha como un ruido en la puerta de entrada, la cual Amy abre rápidamente y nos adentramos al lugar.

El edificio por dentro es bellísimo, hay una recepción con unos sillones largos de cuero negro, muchas lámparas iluminando y alguna que otra ventana hacia un patio trasero... Mientras nos acercamos a donde está la recepcionista logro ver las escaleras de mármol lustradas, que dan a los siguientes pisos al igual que el ascensor el cual está al lado de este. Este lugar detona perfección y pulcritud lugar que veas.

-Hola, la señorita Helen Henderson nos dio permiso para ir a su apartamento en el quinto piso.

- Esperen un minuto que llamo para la verificación.

La joven empieza a marcar por el teléfono y empieza a hablar, mientras tanto yo sigo mirando la estructura tan llamativa de este lugar, para ser un edificio, demuestra que no cualquiera puede vivir en un lugar como este.... Me quedo observando un rato más las esculturas hasta que siento una mirada clavada en mi nuca que hace que empiece a ponerme nerviosa la cual logra hacer que me dé la vuelta.

The VigorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora