Capítulo 3 : Las apariencias engañan.

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Llevaba ya unas tres semanas sin hablar con Jack, (vale, lo admito, contaba los días que no hablábamos, ya sé que soy algo extraña pero soy así, además no es acoso) y tampoco venía a clases.

Cuando un día en el instituto, llegó un maestro nuevo, se llamaba Erik y era bastante atractivo, nos enseñaba matemáticas y era muy bueno, aunque creo que yo era su favorita, porque siempre me sonreía a mí.

Cuando sonó la campana del recreo después de la clase de mates, el profesor me llamó para hablar conmigo.

¿Quería algo profesor?

Llámame Erik solamente. - Y esperó a que todos se marchasen de la clase, para seguir hablando.

Bueno, ¿qué quería profesor?, ¿no habré hecho algo malo, no?

¡No, no! Es solo que he notado que te cuestan mucho las matemáticas, y quería saber, si te apetece que yo te de clases particulares aquí, por la tarde, para que puedas seguir el ritmo de tus compañeros.

Me parece bien. ¿Cuándo empezamos?

¿Qué te parece, hoy a las seis?

¿Hoy?, que pronto empezamos, pero vale no importa.

Y me fui al patio con mis amigas a desayunar.

Estaba en mi casa haciendo la tarea, cuando miré el reloj, y vi que eran las seis menos cinco, ¡ iba a llegar tarde!, empecé a correr, llamé a un taxi para que me llevara al insti, fui a mi clase, y allí estaba Erik esperándome, pero había algo raro en él.

Erik...- Dije no muy convencida

Hola, que bien, ya me llamas por mi nombre.- Me contestó sonriente y alegre, pero sentía como si un aura maligna le rodeara.

¿Y tu libro y tu cartuchera?- Yo estaba algo extrañada de que no lo llevara consigo, al menos la cartuchera.

Para esta clase no me hacen falta – Entonces sentí pánico, él cada vez tenía una cara como de algún chico que va ha hacer alguna travesura.

¿Erik, qué pasa?

Querida Nathalie, podrías a ver cambiado tu futuro si hubieras sido más lista y hubieras dicho que no, pero bueno, mejor para mi

De repente, todo lo que había en la clase desapareció, y yo cada vez estaba más nerviosa.

Cariño, tranquila, no voy ha hacerte daño, solo quiero tu poder.

¿Poder, de qué poder hablas?

¡No lo sabes!, me parece que tu padre no te ha dicho nada, bueno pues lo haré yo.

¿De qué estás hablando, qué tiene que ver mi padre en esto?

Tu padre fue quien empezó todo esto y vas a ser tú quien lo termine. Queremos que te unas a nosotros, y que nos ayudes con tu poder.

¿Quieres decir, mis sueños?

Sí, esos sueños los puedes controlar, puedes tenerlos cuando tú quieras, y nosotros podemos ayudarte a controlarlos si te unes a nosotros. Tú podrás ayudarnos a derrotar a esos ángeles del cielo y que reine el infierno en la Tierra, tú tendrías tu propio trono, podrías ser la reina de todo eso si te nos unes.

¡Ni hablar, jamás le haría eso a las personas de este mundo!- No le entendía muy bien, no sabía quiénes eran esos ángeles, ni demonios, pero sí sabía una cosa, no iba a permitir que el infierno reine en todo el mundo.

Bueno, pues ya te he dado una oportunidad, si no quieres unirte, te quitaré tus poderes y morirás.

En ese momento una ola gigante se estampó contra mí. Yo estaba bajo agua, y aunque se supone que tendría que ahogarme, no lo hacía, podía respirar, y me acordé del sueño, era exactamente lo que tenía que pasar.

Noté un golpe muy fuerte en el pecho, y entonces lo vi, era Erik intentando introducir su mano en mi pecho para intentar quitarme los poderes, pero por alguna razón, no podía, un pulpo gigante se lo estaba llevando hacia atrás. Cuando vi una mano entrar al agua y yo extendí la mía para agarrarme fuerte a esa mano. Salí a la superficie y era Jack quien estaba allí conmigo, era el que me había ayudado a salir.

¿Podrías hacer desaparecer el agua?

Yo sabía que me lo preguntaba a mi, pero no tenía ni idea, así que lee hice un gesto, diciéndole que no, y tuvimos que buscar nadando la puerta de la clase, hasta que por fin salimos de esa especie de mar.

Cuando volvimos a entrar ya había vuelto todo a la normalidad, todo estaba en su sitio, e incluso Erik, había desaparecido. De repente mis piernas no podían soportar mi peso y casi me caigo al suelo, de no ser porque Jack estaba ahí y me agarró de la cintura.

Bueno, todo ha terminado,¿no? - Pregunté yo algo atónita.

Para nada, acabamos de empezar una guerra. Te dije que tuvieras cuidado de con quién habalabas.

¡Lo siento, vale, yo no quería que pasara esto! - Grité, casi llorando, y arrodillada en el suelo, toda empapada.

Bueno, no importa. - Entonces me puso su chaqueta encima de mis hombros y me llevó a casa.

Los cuatro elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora