Un vals con la muerte

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Luces fuera, música atravesando mis oídos para llenar mi mente. Un río empieza a nacer de mi brazo, poco a poco voy notando como aquel río brilla en esa oscuridad. La oscuridad inunda todo el espacio de mi alrededor, sin embargo un brillante hilo rojo hace notar su presencia, de la completa oscuridad aparece un hilo brillante rojo que me hace sonreír por unos momentos.

Preguntas pasan por mi cabeza, no comprendo cómo pude acabar de esta forma, pero ya nada tenía sentido, ya que pronto todo acabaría y podría descansar.

Levanto mis ojos para mirar aquella oscuridad intensa frente a mí, pero en vez de ver una oscuridad me vi delante de mí. Un cuerpo delgado pero sin pasarse, un pelo medio largo, unos ojos que solo expresaban muerte y frialdad, la misma ropa que llevaba hace dos meses...

Delante de mí no había oscuridad, sólo estaba yo mirándome con tristeza y felicidad.

De pronto mi otro yo se va alejando, mientras una melodía empieza a sonar a lo lejos. Ya no estaba la música que estaba escuchando, ya no estaba el río brillante rojo, ahora solo estaba completamente en oscuridad. A medida que aquella melodía empezaba a sonar más cerca, me di cuenta que no era un instrumento, era una voz de mujer. Una voz realmente dulce, fría, cálida, tranquila, me producía tanta tranquilidad que solamente cerré los ojos.

Al cerrar los ojos me perdí en mis pensamientos más internos, unos pensamientos que nunca me había dado un momento para recordarlos. En ellos aparecía una chica bajita, pelo largo castaño, de cuerpo normal, unos labios finos, sin embargo no podía ver sus ojos.

Poco a poco la chica se iba alejando, mientras iba extendiendo sus manos como si fuese a volar, entre aquella oscuridad intensa desapareció aquella chica de mis pensamientos. Poco a poco fui abriendo los ojos y pude fijarme que delante de mí había una mujer, con un vestido rojo brillante, alta y delgada, pelo largo hasta los hombros, su pelo era negro y su tono de piel era pálido.

Sus labios eran rojos como si se hubiera puesto algún pintalabios, mientras que sus ojos eran medianos y sus iris eran grises.

Un gris frío pero cálido, era una sensación rara de sentir, pero en esos momentos de contacto visual la mujer extendió su brazo derecho, lentamente hasta mi cara haciendo que su mano derecha se abriera y cogiera mi mejilla. Empezó a acariciar mi mejilla, mientras que con la mano izquierda me coloco bien el flequillo, al mismo tiempo que lo hacía empezó acercar la frente contra la mía. No me moví para nada, no sabía quién era ni qué estaba pasando, pero lo único que sabía es que mi cuerpo notaba calor. Hacía tanto que no recordaba cómo era que te acariciaran, que hasta me hacía querer llorar.

Con una suave y dulce voz la mujer me invitó a bailar un vals con ella. La miré y le dije que lo sentía pero no sabía bailar, sin embargo ella insistió en que no debía saber bailar, que simplemente debía dejarme llevar. De pronto la mujer me ayudó a levantarme, la mujer empezó a tararear una melodía que me parecía cercana, no podía parar de mirar a aquella extraña mujer que había aparecido. Sin darme cuenta empecé a bailar el vals mientras ella seguía tarareando la melodía.

Parecía que disfrutaba, pero sus ojos mostraban otro lado que no dejaba que yo viera. Podía ver que aquella mujer había pasado por mucho, sin pensarlo la abrace bien fuerte. Lagrimas empezaron a salir de mis ojos y la mujer correspondió a mi abrazo con otro. Sin saber porque solamente quería quedarme para siempre en aquel lugar con ella. Lentamente la mujer se iba alejando de mí, un vacío se apoderó de mi cuerpo, era como si me hubieran sacado el corazón sin darme cuenta. Grite y grite a la mujer que no me dejara, no podía pensar ni aguantar aquel lugar oscuro, aquel lugar me consumía. La mujer se acercó y con un suave movimiento me beso en la mejilla.

Con una dulce voz pero fría al mismo tiempo la mujer dijo:

No importa cuanto me vaya, siempre volveré a verte, estaré contigo por siempre.


Lentamente se fue alejando mientras seguía tarareando aquella melodía.

En aquella oscuridad que poco a poco iba consumiendo mi cuerpo y mente. Me senté y empecé a tararear aquella canción y de pronto... música atravesando mis oídos para llenar mi mente. Un río empieza a nacer de mi brazo, poco a poco voy notando como aquel río brilla en esa oscuridad. La oscuridad inunda todo el espacio de mi alrededor, sin embargo un brillante hilo rojo hace notar su presencia, de la completa oscuridad aparece un hilo brillante rojo que me hace sonreír por unos momentos... Levantó la mirada y veo a una mujer.... 

Un vals con la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora