Lloré hasta que mis ojos se enrojecieron, hasta que mis pestañas crecieron, de tantas lágrimas que derramaba encima de mi jersey. Hasta que sentí, que mi cerebro estaba vacío. Y sin darme cuenta, entre mis dedos, estaba el pañuelo arrugado y empapado. Ya era un nuevo día, cuando miré a través de la ventana, me acaricié las lágrimas secas. Volviendo a derrumbarme….
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CARTAS A LA NADA
PoetryLetras empapadas de sentimiento y pensamientos cargados de ansiedad... PROHIBIDA SU COPIA