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Noto frío en todo el cuerpo y abro los ojos, sin la sensación de pesadez de antes, sin dolor, pero sin ganas de nada.

Miro alrededor, viendo que me encuentro en medio del bosque, un bosque que no me suena de nada, no veo ni carretera ni nada, ni siquiera asfalto, lo que sí veo es un camino de tierra que avanza al frente en una trayectoria serpenteante hasta una zona en la que se ven enormes estructuras de metal demacradas.

Escucho el crujir de una rama y un escalofrío recorre todo mi cuerpo, sin embargo, no me giro, será un animal.

La niebla me cubre de repente los tobillos, apareciendo de la nada y haciendo que el frío me cale hasta los huesos.

Escucho el gruñir de un animal enorme cerca de mí y me giro lentamente, viendo dos ojos amarillos observarme desde lo más oscuro de la espesura, amenazadores.

Empiezo a temblar mientras camino de espaldas, ahora sí asustada.

La bestia se acerca y sale de la espesura, dejándome ver a un ser que nunca antes había visto, enorme, con un largo hocico lleno de afilados colmillos amarillos y cubierto de un pelaje negro casi gris.

Me tropiezo con una raíz y ésa cosa se abalanza sobre mí, pero me deslizo lo más rapido que puedo en el suelo hasta llegar a un punto en el que la bestia no avanza y simplemente me mira amenazadora.

De repente, se encienden unas luces sobre mí y una bombilla explota, haciendo que sobre mí caigan varios trozos de cristal.

Me levanto con cuidado y miro arriba, viendo un enorme cartel con varias bombillas dibujando su contorno, todas de color amarillo.

Miro de nuevo el camino, viendo a la bestia darse la vuelta y volviendo a la espesura.

Suspiro aliviada y me doy la vuelta, viendo que me encuentro más cerca de las estructuras de metal.

Me apoyo en el poste que sujeta el enorme cartel luminoso y lloro de nuevo, recordando la muerte de Angela, notando el dolor en mí de nuevo.

— ¿Necesitas un pañuelo? - pregunta una voz masculina.

Me giro a de donde viene la voz y veo un traje rojo entre mis espesas lágrimas, el mismo traje rojo que vi en la enfermería...

— O tal vez necesites una caja entera de ellos... - dice, pasando la mano sobre el pañuelo y dejándome ver de repente una caja llena de ellos.

No dejo de llorar, pero en cierto modo, ése truco ha aliviado el dolor en mí.

— Venga, no llores, menudo circo seríamos si todo el que entrase empezara a llorar - dice.

Levanto la mirada hasta su cara y veo la misma máscara que cubre la mitad superior de la cara en su rostro. Es él... ¿Pero cómo es posible?

Me tiende una mano con una leve reverencia y se la doy sin poder evitarlo.

— Vamos a ver si podemos remediar ese llanto con alguno de nuestros espectáculos - dice, sonriéndome.

El dolor desaparece inmediatamente cuando toco su suave guante y él sonríe, caminando a mi ritmo hacia las estructuras de metal.

Me suelta a medio camino y se coloca de frente a mí, alzando la mano en el aire, hacia la luz de la Luna.

Miro la Luna sobre su mano pero de repente, una rosa me bloquea la vista.

Él me la entrega y yo la acepto.

Es una rosa sin espinas, preciosa, de un rojo intenso y vivo, casi parece que aún sigue en la planta.

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⏰ Última actualización: May 17, 2021 ⏰

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