🦋CUATRO🦋

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“Te amo, hyung

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Te amo, hyung. Puede ser un amor infantil, pero lo que ahora siento, es que te amo”. Le había dicho antes de quedarse dormido, y por más que lo intentaba, no lograba olvidar esas palabras.

Después de esa noche no habían vuelto a salir a solas. Él lo había intentado pero Jimin casi nunca accedía y cuando lo hacía terminaba por cancelar a última hora.

En ocasiones se torturaba haciendo una recopilación de los hechos. Recordando todas las veces que un JiMin de mejillas redondas y cara pequeña e infantil, iba por todos lados persiguiéndolo, abrazándolo, tomando su mano, diciéndole cosas cursis, entrando a su estudio sin permiso y durmiendo en el sillón mientras él pasaba la noche en vela dando los últimos ajustes a sus canciones.

“Eres el mejor, hyung. Me encanta la canción, vas a ser el mejor productor de la historia” decía mientras se sonrojaba.

Después de esa noche, todo había cambiado, aúnque nadie lo notaba, ellos dos lo sabían.

Jimin fue el que más cambió, pero lo hizo de una forma inteligente. Primero dejó de entrar a su estudio, ya no dejaba más post It con palabras de aliento en su escritorio, los abrazos y las palabras de cariño eran cada vez menos frecuentes. Dejó de comportarse como novio empalagoso, y lo hizo poco a poco para que el cambio fuera casi impresentable.

Y no era sólo eso... todo él había cambiado. Había dejado de ser de piel bronceada y de muslos prominentes; ahora era pálido y de cuerpo delgado. Sus ojos ya no desaparecían en las fotografías cada vez que sonreía; ahora entrecerraba los ojos alzando las cejas, con una expresión sensual y retadora.

Había pasado de rogarle a Namjoon para que hablara con los coreógrafos y no lo pusieran a mostrar su abdomen; Ahora se mostraba bailando sensualmente sin ningún tapujo.

Antes era descuidado y no pensaba mucho en su apariencia, un niño tan tímido e inseguro; ahora utilizaba esa belleza creada por el demonio para manipular a todos a su alrededor.

Y es que cada día se veía más guapo. Al principio creyó que sólo él lo notaba, hasta que se dio cuenta de la forma en que todo, todos, comenzaba a girar a su alrededor. Bastaba una mirada para que cayeran, y esa no era la peor parte, la peor parte era que lo sabía, se aprovechaba y se burlaba constantemente de ello.

Lo había perdido por completo. No había forma en que alguien tan inalcanzable se siguiera fijando en él.

“Yo sé que estás enamorado de mí, hyung.” “Hyung ¿Puedo besarte?.” “¿Piensas que soy sexy, hyung?” “Suga hyung es el único amor de mi vida” “Lo siento, es que me gusta mucho ver tu cara”.

En ocasiones soltaba esas frases como si no significaran nada y luego se doblaba de la risa, haciéndole creer a todos que era sólo una broma.

En ocasiones lo descubría viéndolo como si fuera el centro del universo.

En ocasiones cantaba las partes románticas viéndolo directamente, haciendo dudar sobre si aún tenía sentimientos por él.

Luego hacía lo mismo con Jungkook, siendo más cariñoso aún, sentándose en sus piernas y dándole de comer en la boca.

Dejándole caer, sin piedad, un balde de agua fría.

En esos momentos no podía evitar poner una cara de desagrado, sin importarle desconcertar a todos con sus reacciones. No era nada contra Jungkook, mucho menos contra Jimin, era simplemente envidia y celos; era dolor e impotencia.

Era frustrante saber que no tenía derecho a decir nada, que no importaba lo mucho que doliera o enojara, él había cavado su propia tumba.

Se decía que era hora de avanzar y lo Intentaba con todas sus fuerzas pero la belleza de Jimin lo deslumbraba.

Con lo sensual que se había vuelto, cada vez le era más difícil olvidar esa noche y a Jimin pidiéndole que siguiera. Ese momento de perfección que nunca había vuelto a experimentar.

Una versión actualizada de esa escena aparecía en su oscura imaginación cada vez que Jimin cambiaba de look, cada vez que volvía sensual cualquier coreografía; cuando usaba ropa cada vez más ajustada, cuando se le levantaba la ropa al bailar, cuando pasaba la lengua sobre sus abultados labios, dejándolos brillosos, cuando se pasaba sus cortos dedos ente el cabello, rubio, gris, castaño, rosa, negro, naranja, morado, rojo.

Sentía una urgencia por probar cada nueva versión del sensual adulto en el que se había convertido.

Se decía, nuevamente, que tenía que dejar ir lo que alguna vez, casi, tuvieron. Y entonces aparecía ese Jimin, el que jugaba con los gatos que se encontraba por las calles; el que siempre estaba dispuesto a ayudar al staff, a los maquillistas, a los coreógrafos; el Jimin que abrazaba a todos cuando los veía tristes; Jimin que se iba de espaldas de la risa, haciendo caras graciosas para hacerlos reír; Jimin preparando un performance en el estudio de baile, donde cada célula de su cuerpo se expresaba.

Aparecía su Jimin, el que le hacía latir rápido el corazón y olvidar que el resto del mundo existía, al que no podía sostenerle la mirada ni negarle algo.

No podría, nunca podría.

Tal vez a Jimin el enamoramiento le había durado dos días y una noche, pero él ya se había resignado a que le duraría toda la vida. Creyó que lo había superado, que ya estaba conforme a vivir con ese sentimiento arraigado y de pronto todo se fue a la mierda...

ahora no sabía qué hacer al tener a su niño bonito, derrumbado frente a él, con los ojos llorosos e hinchados diciendo:

“Por favor no te cases, hyung”.

✦✧✧ FiN ✧✧✦

Amor de dos días y una noche || YoonMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora