Amnesia Capitulo 1

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Sakura Haruno colgó el teléfono. A sus labios asomaba una sonrisa agridulce, reflejo de la ambivalencia de sus sentimientos. Sai iba a casarse. Y a pesar de lo mucho que se alegraba por su hermanastro, no podía evitar pensar en sí misma con cierta tristeza. Dudaba de que ella pudiera encontrar el verdadero amor, sobre todo porque después de lo de Sasori no pensaba volver a bajar la guardia.

Con un suspiro, se acercó a la ventana. La vista desde el decimocuarto piso del Edificio Haruno era prácticamente inexistente aquel día. La radio había anunciado un porcentaje de visibilidad cercano al cero. Y el tráfico estaba paralizado. Mirar por la ventana era como asomarse al interior de una nube. Una densa niebla abrazaba la ciudad y enroscaba sus tentáculos en los altos edificios de Minneapolis.

Sakura permanecía con la mirada fija en la niebla, pensando.

Estaba nerviosa. Tensa.

Aquella sensación de inquietud, de insatisfacción, la había acompañado desde la repentina muerte de su abuela.

Todavía no se lo podía creer.

La muerte era algo que sucedía cada día. Pero siempre a alguien perteneciente a otra familia. Y no era algo en lo que quisiera pensar una joven de veinticuatro años. En su vida no había lugar para ella.

Pero había entrado sin anunciarse, llevándose a una persona a la que Sakura adoraba.

Tsunade se habria alegrado mucho por Sai. Sakura sonrió para sí. Era extraño, siempre había asumido que Tsunade Haruno viviría para siempre, sería como el sol, como las mareas. No había nada en su abuela que evidenciara su condición de mortal. Nunca estaba enferma y era capaz de trabajar sin descanso. Más que una persona de carne y hueso, parecía una institución.

Pero sabía ser cariñosa y amable cuando alguna nieta la necesitaba, pensó Sakura con tristeza. Acarició el dije de plata que llevaba al cuello, un corazón de plata perteneciente al brazalete de su abuela. Era el colgante que su abuelo, ya fallecido, le había regalado a Tsunade el día del nacimiento de Sakura, continuando la tradición de regalarle un dije por cada nacimiento.

Mientras acariciaba el colgante, Sakura recordó cómo le había dejado Tsunade llorar sobre su hombro cuando había roto con Sasori, en una de las escasas ocasiones en las que la joven se había permitido mostrarse vulnerable. Sasori había demostrado estar más interesado en el apellido y el dinero de los Haruno que en el amor de Sakura y al final había decidido entroncar mediante el matrimonio con una de las dinastías políticas más importantes del país. Tras la ruptura de su compromiso, Sakura se había refugiado en la casa de su abuela. Habían pasado toda la noche sin dormir, hablando.

Sakura posó la mano en el cristal de la ventana. Afuera estaba el invierno; duro e inmisericorde como la vida, pensó Sakura.

Sasori y los políticos se merecían mutuamente, decidió, endureciendo el gesto. Pero su abuela no se merecía lo que le había ocurrido.

Tsunade Haruno era una mujer de una belleza extraordinaria a pesar de estar rondando los setenta. Pero ella no había envejecido como los demás. Tsunade Haruno parecía encarnar la esencia de la vida. Por eso parecía imposible que la vida la hubiera abandonado en aquel accidente de avión. Era casi un insulto.

Aun así, si su abuela hubiera elegido la forma de morir, probablemente se habría decidido por desaparecer en medio de la misteriosa selva en un accidente de avión.

Sakura sintió en la garganta el nudo que anunciaba las lágrimas. Lágrimas que todavía no se había permitido liberar. Tsunade Haruno no quería llantos. Ella habría querido que todos continuaran trabajando y sacando adelante el legado por el que tanto había trabajado. El éxito de los Haruno se debía tanto a los esfuerzos de Tsunade como a los de Jiraiya. Quizá incluso más a los de Tsunade, que había continuado la expansión de la empresa tras la muerte de su marido.

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