Capítulo 6

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Los zapatos de Ray sonaban como los pasos de un pequeño conejo en el bosque, se paraba en cada escaparate sin importar que hubiese en ellos. Mientra él seguía con su caminata yo me quede echándole un vistazo a la tienda de skate, recordé que hace unos años que deje de montar, salía salir todos los fines de semana a patinar, se me daba bastante bien. Ray asomo su cabecita sobre mi hombro para poder ver lo que estaba mirando, ojeo parte de la tienda cuando Ray me llamó.
-¡Kou mira estas tablas!-
Había encontrado dos tablas una de ellas tenía un diseño de un gato a colores neón, la otra estaba repleta de flores de cerezo con un fondo rosa claro.
-¿Sabes montar?- le pregunté.
-No, pero son preciosas-
Se quedó unos segundos más contemplando las tablas pero más tarde ya se encontraba fuera de la tienda gritando mi nombre, no entiendo de donde saca la energía. Si ya estaba eléctrico mejor no hablar de cuando vio la librería, la felicidad que reflejaba sus ojos me cegaba de cualquier otra cosa que pasase a mí alrededor. Miramos juntos algunas estanterías, Ray estaba interesado en el género romance desde el día que hablo con Teo sobre las chicas que me pedían hablar en privado.
-Mira esta estantería tiene muchos libros de amor echales un ojo yo vuelvo ahora.- Le dije saliendo por la puerta mientras señalaba un estante lleno de libros.
Lo que yo pretendía al irme de la librería era pasar por la joyería ya que vi a Ray pararse especialmente a mirar un colgante con una piedra amarilla. Cuando ya tenia el collar en mis manos volví a ver que había comprado Ray.
-Mira, ¿conoces alguno?- Me pregunto acercando una bolsa con varios libros.
-No suelo leer de romance, ya me recomendaras el que más te guste-
Lleve voluntariamente la bolsa.
-Sígueme-
-¿A donde?-
-Vamos ha comer algo, hay un bar cerca-
Entramos a un bar que no hacia mucho que estaba abierto, nos sentamos en una mesa para dos y rápidamente un camarero paso a tomar nota, pedimos un sándwich y unos zumos. Seré sincero lo que buscaba invitando a Ray a comer era comprobar su relación con la comida. Con tan solo 6 años desarrolle un TCA que más adelante pude superar por mi cuenta, la poca atención parental que recibí en mi infancia fue probablemente lo que propulso mi escasa alimentación. Me considero afortunado por haber podido superarlo sin ayuda, pero soy consciente que pocas personas pueden deshacerse de una enfermedad como son los TCAs con tanta facilidad. Hasta saber que sufres de uno es complicado, puedo hablar de ello ahora que tengo información a mi alcance. Por suerte este no parecía ser el caso de Ray, cuando trajeron nuestra orden él ya se encontraba comiendo alegremente su sándwich.
-No imagine que tuvieses tanto apetito- le comente.
-En casa no suelo merendar-
-Podríamos comer juntos partir de ahora- Se notaba timidez en mi forma de hablar, no era como si le estuviese pidiendo matrimonio o algo parecido, pero era lo suficiente importante para mi como para ponerme nervioso.
-Podemos?! Nos veríamos todos los días- el entusiasmo en su voz recorrió todo mi sistema nervioso.
-Ya lo hacemos prácticamente-
-Es cierto-
No me había parado a pensar en el tiempo que pasábamos juntos, nos veíamos en clase y al salir quedábamos en un pequeño sendero donde charlábamos o simplemente hacíamos cualquiera de las actividades que haríamos en nuestra casa pero juntos, cuanto más tiempo pasaba Ray en casa menos posibilidades tenia de quedarse a solas con sus padres. Recordar lo que Ray vive en casa hizo que también recordase el colgante que le había comprado, lo saque la pequeña caja de mi bolsillo y la pose sobre su lado de la mesa. Él se quedo mirándola sin saber si podía abrirla.
-Es para ti- le dije.
Ray estiró su mano hacia la caja de madera, la sostubo entre sus manos unos segundos y la abrió, dentro se encontraba el colgante, vi la piedra amarillo mate reflejarse en sus ojos.
-Es un amuleto, supuestamente atrae la buena suerte pero eso depende de cuanto creas en ella, te acompañara cuando estés solo en casa.-
Ray no dijo ni una sola palabra haciendo que mi corazón comenzase a alterarse cada vez más, saco el collar y lo ható alrededor de su cuello. Una sonrisa de oreja a oreja apareció sobre su rostro, se levanto de su asiento y se acercó a mi, beso mi mejilla sosteniendo mi cabeza con toda la delicadeza posible. Volvió por donde había venido y se sentó dejando a mi derretirme de amor en mi sitio.

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Flores de cerezo bajo la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora