boyfriends

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El día que Jeongin quiso pedirles salir a ambos, era un día lluvioso, algo que no les traía muy buena suerte a los enamorados del campo.

— ¡Hyunjin! ¡Te llevamos llamado como treinta minutos!

La voz de Seungmin se escuchaba a través del teléfono que tenía el menor en sus manos. Al no poder salir, habían comenzado una videollamada para ver qué harían esa tarde.

Y Jeongin ya tenía claro que el temporal no estropearía su propuesta.

— ¡Estaba en la ducha!— contestó el otro, apareciendo en pantalla con una toalla, secándose el pelo.— ¿Qué queréis hacer hoy? Mis padres me han dicho que si queréis venir nos pueden dejar una habitación y que nadie nos molestaría.

— ¿Y si mejor vamos al invernadero de Innie? ¿Podemos?— propuso Kim, ajustándose las gafas con su imagen en la pantalla.

— Si os apetece venir, no veo por qué no. Podéis quedaros a dormir también.

— ¿En serio? Pues nos vamos a tu casa.

Estuvieron hablando un rato más hasta que llegó la hora acordada para ir a casa del menor, por lo que cortaron para que los mayores pudiesen prepararse, y Jeongin también.

Estuvieron hablando un rato más hasta que llegó la hora acordada para ir a casa del menor, por lo que cortaron para que los mayores pudiesen prepararse, y Jeongin también

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Cuando el timbre sonó, Jeongin bajó corriendo de su habitación, abriendo la puerta para poder ver a los chicos. Le sorprendió ver que ambos estaban muy serios, uno a cada lado de la puerta.

— ¿Hola...?— Jeongin sentía la atmósfera un poco tensa, pero no lograba descubrir el por qué.— ¿Ha pasado algo?

Hyunjin se apresuró a negar, agitando su cabeza de un lado a otro con fuerza. Yang alzó las cejas, encogiéndose de hombros. Seungmin aún no había despegado su mirada del suelo.

— Bueno, vamos dentro. He preparado unos aperitivos que podemos tomar en una mesita que tenemos al final del invernadero.

Y en un extraño e incómodo silencio, condujo a los mayores hasta la estructura que tenía en el jardín de su casa, la cual él mismo cuidaba.

Se sentaron en la pequeña mesa, uno en cada lado. Jeongin, aún confundido por al actitud de los otros dos, empezó a verter el té en uno de los vasos, pensando en el porqué estaban así, y si sería bueno declararse aquel día.

Al estar despistado vertiendo el té, su mano se giró un poco, haciendo que el caliente líquido se vertiera sobre su piel.

Pegó un grito al sentir el escozor en su mano, llamando la atención de los otros dos chicos.

— ¡Jeongin!— Seungmin se levantó de inmediato, tomando la mano del menor.— ¡Jin, ve a por unas vendas al baño, rápido!

El mayor salió del lugar, también con el rostro lleno de preocupación.

Seungmin llevó a Jeongin a una esquina del invernadero donde había un grifo, tratando de calmar el dolor que estaba sufriendo su pequeño.

— ¿Así duele menos?— cuestionó, viendo la mueca adolorida en el rostro del más joven. El chico asintió, aún sin relajar su rostro. Kim alzó una mano, acariciando su mejilla mientras miraba hacia atrás, a la espera de la llegaba de Hyunjin.— Cuando Hyunjin venga, te la vendaré para que no se desinfecte, pero dolerá durante unos días.

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