CAPÍTULO 3

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" Todo lo que se cree puede derrumbarte, se termina volviendo tu fortaleza"

Han sido semanas largas en las que me repito, una y otra vez, que puedo derrotar a esos monstruos internos que emergen cuando todo parece estar a punto de romperse. Black ha estado ahí, en cada una de mis caídas, sosteniéndome cuando el caos de mi mente amenaza con arrastrarme. Desde nuestra última conversación, le he permitido quedarse cerca, aunque me esfuerzo por mantener cierta distancia. Hace dos días, le pedí que no habláramos, necesitaba espacio, claridad. Sé que me quiere y que solo desea lo mejor para mí, pero hay heridas que es mejor no tocar, cicatrices tan profundas que, al removerlas, podrían causar daños irreparables. Si eso llegara a suceder, quizá no quedaría nada mi para salvar.

Autoanalizándome, he notado como, en ocasiones, permito que ciertas emociones dañinas me dominen. Le otorgo demasiado poder sobre mis acciones y palabras, olvidando que necesito recuperar el control de mi propio mundo. Es impredecible desintoxicar mi mente de esos recuerdos que ya deberían haber quedado atrás, los que no deberían seguir contaminando mi presente. He llegado a revelaciones sorprendentes sobre mi comportamiento: no puedo creer que me haya permitido caer en un abismo tan oscuro, empujándome a una madriguera llena de serpientes venenosas. Y solo pude salir de ahí con la ayuda de otros. A veces pensamos que podemos hacerlo todos solos, pero la verdad es que todos necesitamos un soporte, alguien que nos ofrezca estabilidad cuando el mundo parece venirse abajo.

Algunos días, mi mente me traiciona, regresándome a esa persona que alguna vez ame, la misma que juro nunca dañarme, pero termino siendo la primera en infligirme una herida difícil de cerrar. No es fácil dejar atrás esas sombras, han estado conmigo tanto tiempo que son parte de mi ser. Se han convertido en una segunda piel, una de esas que, si intentas arrancar, solo provocan mas dolor. La clave no está en eliminarlas, sino en aprender a convivir con ellas, hacerles entender que ya no controlan mi vida. Con ellas a mi lado, y con el tiempo, podre convertirme en la persona que siempre debí ser.

Estoy sentada en el borde de la cama, la luz tenue apenas ilumina la habitación, que parece más oscura de lo normal. El aire pesa, y cada pensamiento lo vuelve más denso. He evitado hacer esta llamada por días, pero ya no puedo más por eso hoy, cuando la presión de todo lo que siento parece a punto de explotar, decido hacer algo que normalmente evitaría: llamo a Emma.

Tardo un rato en marcar su número, dudando si realmente quiero hablar de esto con ella. Pero mi cabeza late de dolor, y necesito hablarlo antes de que me vuelva loca. 

El teléfono suena tres veces antes de que conteste.

—Hola, Em —mi voz suena más apagada de lo que esperaba— ¿Estás ocupada?

—No, cuéntamelo todo —suspira al otro lado de la línea. Esa exhalación me dice más de lo que cualquier palabra podría: está cansada, pero aun así siempre encuentra tiempo para mí.

De repente, me siento pequeña. Exponerme nunca ha sido fácil, y menos con alguien que me conoce tan bien.

—Siento cosas por Black —me froto la cara, frustrada, odiando cómo suena en voz alta. No es que lo haya negado antes, pero ponerle palabras hace que todo sea más real de lo que me gustaría.

El silencio de Emma del otro lado es casi palpable antes de que finalmente hable.

—¿Estás segura? —su tono es directo, pero también cargado de algo que no puedo identificar del todo—. Te lo pregunto porque esto no es lo típico en ti. No sueles ser tan... impulsiva con este tipo de cosas.

Me río amargamente, sabiendo que tiene razón. Todo en mí siempre ha sido controlado, calculado, evitando caer en emociones que podrían desestabilizarme. Pero con Black, todo ha sido distinto.

Amor TóxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora