En otro cuerpo (KookV)(Omegaverse)

Capitulo 2

Una sonrisita adormilada se extendió en su boca al sentirse sumamente relajado. Las extremidades de su cuerpo se amoldaban perfectamente a las cobijas y sus músculos después de mucho tiempo no estaban tensos.

Se sentía cálido y sus párpados pesaban; Taehyung solo deseaba quedarse así por mucho más tiempo, durmiendo de forma tan cómoda.

Se removió entre las almohadas estirándose y bostezando perezoso. Adormilado extendió su brazo en busca de su celular tanteando por el ancho de la cama, aunque tenia el brazo totalmente estirado no podía sentir la orilla del colchón; sin estar muy consciente frunció un poco el ceño pues su cama no era grande. 

Dio vueltas dentro del bulto de cobijas y su rostro se arrugó totalmente al sentir aquella fragancia: aromatizante de canela. Seokjin odiaba los olores artificiales, así que estaba prohibido tener cualquier tipo de vela u otra cosa aromática en casa.

Al rozar sus dedos con las cobijas sintió la textura diferente, mucho más suave, y aunque la sensación era agradable no era normal. La confusión aumentó y lentamente empezó a despertar.

Sintiéndose inquieto abrió un poco sus ojos, aunque de inmediato los cerró con fuerza adolorido por los rayos de sol que entraron por la enorme ventana.

La enorme ventana...

Su frente y párpados se arrugaron.

Tan extraño, ¿miró mal?

Se frotó los ojos con molestia aturdido por los destellos de luz cada que intentaba abrir los ojos. Entrecerrando los ojos hizo un esfuerzo por enfocar lo que tenía a su alrededor. Algo estaba mal.

Todo era borroso y sus ojos ardían debajo de sus párpados, pero con cada pestañeo los objetos se hacían más claros y su mente se volvía lúcida.

El color de la pared, las cortinas... ¿siempre habían sido así de grandes?

Esos muebles...

Medio dormido, medio despierto, mareado, su mente no procesaba lo que tenía enfrente.

«...»

Las tuercas dentro de su cabeza se sincronizaron.

Como una palanca accionandose dentro de su cuerpo, su espalda reaccionó de tirón separándose del colchón. El sueño y el cansancio lo abandonaron en un segundo. Y con los ojos muy abiertos la habitación iluminada se volvió terriblemente clara.

Un escalofrío acaricio su nuca haciéndolo temblar. No estaba en su cuarto.

Era tan obvio que el aspecto del amplio lugar no coincidía con las pequeñas cuatro paredes que acostumbraba mirar todos los días, que el colchón debajo de el no era el mismo en el que se acostó a dormir.

Se sentó sobre sus rodillas mirando mejor su alrededor, empezó a temblar por todas sus extremidades y a sudar frío.

Todas las posibles respuestas de que hacía allí eran igual de aterradoras, pero no tuvo tiempo de pensar, asustarse, reaccionar o gritar cuando una repentina punzada apuñaló su cabeza.

Soltó un quejido de dolor cuando la sensación pareció atravesarlo de una sien a otra, y como reflejo presionó ambas sienes con las puntas de sus dedos.

La sensación apenas era incomoda, pero no tardo más que pocos segundos para que se hiciera dolorosa. Arrugó el rostro y puso más fuerza en el empuje de sus yemas.

Pero la magnitud de la punzada creció, sus dedos ya no bastaban para sostener sus sienes y ahora eran sus palmas ejerciendo tanta presión como podían para aminorar el dolor.