"Promise" [Kimetsu No Yaiba - One Shot]

[One Shot]

— ¿Lo prometes? —preguntó con mucha ilusión y llorando de la emoción.

— Claro —exclamó el joven con una sonrisa...

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Aquella promesa al final se perdió con su muerte, tras irse a cumplir su deber, el dio su vida por proteger a los más indefensos.

Ella comprendía que el trabajo de los asesinos de demonios siempre era así, un día regresabas vivo y al otro en una bolsa para cadáveres. Esa era la realidad.

¿Pero por qué a él? Ella no lo comprendía. El era un Pilar, el pilar solar, un solo demonio no debería ser un problema, pero lo hecho hecho estaba, el estaba muerto.

Y era innegable para ella que el cuerpo sin vida que estaba en su delante le pertenecía a el...

— Tanjiro, me lo prometiste —sollozó la mujer, abrazando a su amado.

— Señorita Kanao, debemos llevar el cuerpo de Kamado Tanjiro al templo Pilar, por favor retírese.

—Dejenme estar con el un rato mas... por favor —Kanao suplicó para poder estar junto a Tanjiro al menos un tiempo más.

Los encargados del cuerpo del ex-Pilar Tanjiro accedieron y dejaron que Kanao se quedara por un rato más en el lugar.

— Tanjiro, nuestra promesa... en verdad queria que lo cumplieras.

Kanao seguía abrazada a Tanjiro, no quería separarse de el, pero aun asi debia hacerlo. Se alejó de él y dejo que se llevarán a Tanjiro al templo para que fuera velado...

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Ya habían pasado cuatro años desde aquella noche, la tristeza que sentía seguía quemando su alma. El hecho de que la promesa se quedará en el aire le dolia, pero tenía que vivir con eso.

Durante esos cuatro años dedicó su tiempo en mejorar como cazadora, gracias a eso había logrado obtener el titulo de pilar. Además de haber conseguido, al fin, después de mucho, los preciados aretes de Tanjiro, además de su katana.

Ambos artilugios los tenía bien conservados, eran el único recuerdo de Tanjiro que pudo conseguir por lo que quería que se conservarán lo más que se pudiera.

— Mamá ¿Esa espada era de papá? —preguntó una pequeña niña que resaltaba por sus fugaces ojos carmesí.

— Si —contestó Kanao con una sonrisa—, Y junto con sus aretes son lo único que nos queda y nos recordara a papá, así que es nuestro deber cuidarlos... ¿Si?

La niña asintió y abrazó a su mamá con alegría. Kanao no pudo evitar sonreír, a pesar de aun cargar con su pesar, su pequeño "solcito" siempre estaba ahí para mejorar sus dias. Cuando la niña se fue a jugar fuera de la finca, ella empezó a hablar con la foto de su amado.

— Tanjiro, tu pequeña hija a crecido fuerte y sana —Kanao no pudo evitar sonreír—, Es igual que tu, siempre es humilde con los demás y su sinceridad no tiene fin... aun recuerdo lo que pasó cuando me entere de tu pequeño regalo.

Kanao volvio a sonreir, cerró los ojos recordando algo del pasado y soltó una risita...

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