8:00 a.m.Yoongi cerró la puerta fuertemente haciendo que esta emitiera un ruidoso sonido seco, limpió sus ojos y con audífonos en los oídos reprodujo su playlist en aleatorio, comenzando a sonar "I Was once, possibly, maybe, perhabs a cowboy king" de Asking Alexandria, la canción no hacía más que hacerle odiar todo y a todos y esa sensación por un momento le hacía sentir mejor.
En lugar de ir al instituto, Caminó por las frías calles de Insa-dong unos 10 minutos, llegando a una edificación roja de 3 pisos que funcionaba como karaoke en las tardes y noches, no había planeado su día de esa manera, solo hizo lo primero que se le ocurrió.-¿Está Jungkook? -preguntó a una chica que atendía en la recepción.
-S-si, está abajo. -Sintió un poco de nervios al mirarlo, no era la primera vez que veía a Yoongi frecuentar el lugar, y las pocas palabras que habían cruzado solo eran "¿Está Jungkook?" Pero su presencia la hacía sentir incómoda.
Los oscuros ojos del pelinegro no emitían ningún brillo, y su piel estaba tan pálida que parecía un muerto en vida, sin otra palabra que decirle, se dió paso por el largo pasillo hasta una puerta negra que indicaba "Solo personal autorizado" la abrió bajando directamente las escaleras hasta el sótano del lugar.
Las luces estaban encendidas, las paredes pintadas completamente con graffitis e ilustraciones de Naruto, Shingeki no Kyojin, kimetsu no yaiba y otros animes, encajada en una de ellas se encontraba una gran T.V., estantes llenos de mangas y muñequitos de colección, sobre el piso alfombrado azul, habían muebles de colores, una camilla, mesa de billar, una de esas mini neveras llenas de sodas y tres computadoras con amplios monitores.
Bienvenidos al santuario de Jungkook.
-¿Estás ocupado? -Le preguntó al chico de cabello largo y azúl que estaba sentado frente a una de las computadoras muy concentrado jugando Overwatch -este se sobresaltó al oír aquella voz cerrando la partida.
-¡YOONGI! me asustaste -lo miró riéndose un poco, mientras el otro permaneció serio -¿Cómo estás? ¿Que tal todo? ¿No fuiste a clases?
-¿Quieres practicar? -Típico de Yoongi ignorar la mayoría de preguntas que las personas le hacían.
Al peliazul se le iluminaron los ojos y sonrió en grande dejando ver sus dientes de conejito dentro de aquellos carnosos labios decorados con un piercing de aro justo en el centro de su labio inferior. Dió tres palmaditas y se levantó muy contento de su asiento en busca de sus materiales.
Yoongi y Jungkook no eran amigos, quizá Jungkook si lo consideraba de esa forma a pesar de la poca información que conocía sobre Yoongi, el peliazul era probablemente la persona más cool e inocente del planeta, hablaba con todos, confiaba en todos, y media Corea lo conocía.
Puesto que en su rubro era un muy buen jugador de videojuegos. casi profesional para la edad que tenía, y porque además se dedicaba a hacer streamers y gameplays, con miles de seguidores en redes sociales, incluso hasta tenía fans, la mayoría chicas que aunque no entendían los juegos, veían y comentaban sus videos por lo bello que era este chico.
Solo pocas personas conocían el lugar secreto de Jungkook, por ello todo aquel que sabía de su existencia era un amigo más para él.
Pero para el pelinegro era diferente, jungkook solo era "alguien más", él no tenía ni quería tener amigos, a menos esto era lo que el pensaba y quería creer.
¿los amigos no se deben tener envidia, verdad? Yoongi envidiaba la vida y todo lo que tenía Jungkook, una razón suficiente para no querer ser su amigo. Solo lo veía como un chico que lo ayudaba de vez en cuando a olvidarse de su vida.
-¿Bueno que quieres que te haga, Yoongi?
El mencionado sacó su celular mostrándole una fotografía de su galería.
-¡Ay me encanta! ¿Es tuyo? -Preguntó mientras cubría con papel transparente la camilla y se colocaba unos guantes quirúrgicos.
-Sí. -Se sacó el abrigo y la camiseta negra dejando expuesto ante Jungkook todo su torso y su blanca piel, mientras se acostaba en la camilla.
Ese día Yoongi terminaría con un octavo tatuaje esta vez en el lado derecho de su espalda, todos los anteriores también eran hechos por el peliazul, quien era además un aprendíz de tatuaje que amaba practicar en la pálida tez del otro, por suerte para Yoongi, Jungkook lo hacía casi tan bien como un profesional, aunque eso a este le daba igual, solo lo gustaba la sensación de dolor perforando sus poros por un par de horas haciéndolo no pensar en otra cosa que eso.
Dos horas después de muchos temas de conversación de Jungkook y silencio mezclado con algunos ruidos de dolor por parte de Yoongi, La figura que se apreciaba en tinta negra era la de un perro Labrador con el nombre "Copito" justo debajo.
Jungkook le sacó una fotografía satisfecho con su trabajo, y puede que haya apreciado una mínima elevación en la comisura de los labios del pelinegro al mirarse el tatuaje. ¿Eso era una sonrisa?.
Estaba sorprendido.
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La Criatura Perfecta
FanfictionEra poco lo que se sabía de Yoongi... y Taehyung era quizás más especial de lo que parecía ser. -temas sensibles. -contenido +18