Sentimiemtos que reviven

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Se asomó con cuidado detrás de aquella ventana. Ella tenía que lograr acercarse a él y saber como estaba. Desde que había sabido que sus hermanos lo habían herido, no había podido dormir, ni dejar de pensar en él. Cruel destino que no los dejaba en paz. Idiotas hermanos le habían tocado. A veces lograba odiarlos.

Se acercó más al vidrio, logrando ver en el interior de la habitación. Y allí estaba él, acostado en la cama, con los ojos cerrados, cara de tranquilo. El corazón se le estrujó. Levantó una mano y la apoyó contra el cristal, deseando que él la viera.

Entonces Alex giró la cabeza mientras abría los ojos, sus miradas se encontraron. Ella sonrió bobamente mientras retenía un par de lágrimas. No sabía por qué quería llorar. El rubio se sentó rápidamente en la cama, siseó ante el repentino dolor que le invadió el brazo.

-No, Alex -musitó ella. Él ignoró el dolor y se puso de pie, caminó lentamente hasta la ventana, se arrodilló ante ella y con la poca fuerza de su otro brazo logró abrirla.

-¿Qué haces aquí, princesa? -le preguntó de manera tierna.

Eran increíbles las cosas que ella le hacía sentir. Simplemente verla allí parada lo había hecho olvidarse de todo, hasta del dolor.

-Tenía que saber como estabas -dijo Greta y de repente sus labios temblaron mientras trataba de no llorar -Lo siento tanto, Alex -no pudo evitarlo, la primera lágrimas resbaló por su mejilla -Te juro que no quería que eso pasara... casi muero cuando lo supe. Insulté a mi padre, a mis hermanos, a mi madre... me encerraron. Pero logré escapar.

-Nonono, princesa, no llores -murmuró el rubio y estiró su mano para tocar su mejilla. Secó las lágrimas con su pulgar -Como ya ves estoy vivito y coleando -Greta esbozó una pequeña sonrisa -Y no me tienes que pedir perdón... no fue tu culpa.

Se quedaron en silencio, mirándose detenidamente a los ojos. Alex seguía acariciando su rostro. Se sentía dichoso, su corazón latía fuerte. Se agachó un poco más. Podía besarla. Jamás lo había hecho antes, tenía miedo de no... agradarle. Pero ahora que la tenía allí, con los ojos llenos de lágrimas, mirándolo de aquella manera tan linda, no podía evitarlo.

Greta pestañeó. ¡Él iba a besarla! La respiración la abandonó por completo. Siempre había querido que el chico de sus sueños fuera el primero en besarla. Cerró los ojos lentamente, esperando sentir sus labios.

Alex sonrió, se veía adorable así. Se acercó un poco más. Su brazo protestó, pero no le prestó atención. Tenía algo mucho mejor al frente. Sus labios rozaron su nariz, depositó un casto beso allí. Bajó un poco más, y un suspiro chocó contra su mentón.

-Alex... ¿estás despierto?.

Él se incorporó rápidamente al escuchar la voz de Niall a punto de entrar a la habitación. Miró hacia la puerta y luego miró a Greta. Ella tenía el ceño levemente fruncido.

-Viene alguien -le contó. La castaña alzó ambas cejas en un gesto de asombro. Sacudió la cabeza, tenía que irse de allí -En una hora te veo detrás del gallinero.

-Pero, Alex, tu brazo...

-Shhh -la calló -Te esperó allí, princesa -le sonrió bobamente. Ella copió su acción, sintiéndose demasiado tonta -No me falles.

Cerró la ventana y casi voló hasta su cama. Maldijo por lo bajo ante el asfixiante dolor que lo invadió.

'Ella lo vale, ella lo vale' -pensó.

La puerta se abrió y Niall entró. Alex lo miró extrañado. ¿Desde cuando su primo sonreía de aquella manera tan idiota? El azulino caminó hasta la cama que estaba a su lado y se dejó caer pesadamente con los brazos detrás de la cabeza.

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