Capítulo tres: Sigues corriendo

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"¡Ahí está! Es él, es él."

"¿En serio? Es muy joven aún..."

"Shhh, ten cuidado, nos puede escuchar."

Los murmullos acapararon el salón rebosante de personas, las indiscretas miradas se desviaron hacia el joven que acababa de entrar. Cabellos blancos, ojos azules. Un joven ángel había descendido. Sonriente correspondía a los saludos y se unía a las charlas a las que era invitado. Su porte elegante permanecía sin brechas, y junto al buen rostro del que era poseedor dificultaba a las personas percatarse de su falsa cortesía.

La reunión apenas comenzaba, aquel joven debe estar lamentándose en sus adentros por las horas que estaría atrapado. Pasó la reunión escapando con sutileza de las personas, aunque estas terminaban encontrándolo. Su descanso recién apareció al sonar de una campana. De inmediato, cada persona en el salón caminó de prisa, los firmes pasos aseguraban que cada uno conocía su lugar. Todos terminaron sentados en filas, en el suelo.

El joven caminó hasta adelante, teniendo toda una hilera de hombres detrás suyo.

La espalda de cada hombre se mantuvo recta hasta la aparición de un anciano, los presentes bajaron la cabeza cuando el anciano se puso delante de todos. Pronto se escuchó su voz rasposa, iniciando su extenso comunicado, pero aquel joven era distraído, ignoraba descarado sus palabras sin importar cuán importantes eran. El sueño del joven apareció rápido, sus ojos azules parpadeaban seguido sin aguantar más tiempo abiertos. Estaba por dormirse ahí mismo. Él estuvo a punto.

Pero su vista cayó de casualidad a un lado. Espabiló de inmediato al creer haber visto algo, alguien.

La voz del anciano terminó por desaparecer de su cabeza, el joven solo se mantuvo observando a la persona a su lado, y cuando las palabras cesaron, fue directo hacia esa persona.

"Un gusto conocerlo, Zenin."

Los sueños seguían atormentando a Gojo, y esta vez, habían empezado a mostrarle nuevos escenarios, y aunque, la frecuencia de los sueños había disminuido, Gojo no podía evitar resoplar cada vez que volvía a tener uno. Deseaba taparse con la almohada y envolverse con las sábanas de vuelta, pero las dudas de tener los recuerdos de nuevo lo sacaban al instante de la mullida cama.

Se fregaba la cara cansado, en su camino al baño. Lo primero que hacía era entrar a la ducha y esperar a que los recuerdos desaparecieran, el agua fría se llevaba todo y Gojo no volvía a pensar en esas memorias de vuelta, al menos hasta que apareciese otro sueño.

Esta vez también debería ser así, y lo sería, sino fuese porque hoy iría a reunirse con los Zenin. El tiempo de negociar al fin había llegado, y debía llevar a Megumi consigo sino quería ser echado apenas pusiese un pie en la casa de ese clan.

Pero todo estaba a su favor ahora.

Podía asegurarlo con ver la entrada de la escuela, sin fisgones, sin las miradas puestas en él pese a haber personas rondando por el lugar. En las cortas vacaciones de invierno los altos mando no han tenido más alternativa que reunirse, aceptando discutir las reformas académicas que los hechiceros reclamaban, evitándose así conflictos con ellos. Este era el tiempo perfecto para Gojo, podría ir y reunirse con los tormentos de sus sueños en persona.

Abrió la puerta del auto que lo estaba esperando, sonrió al ver la escuela una última vez. Aunque ninguno de los vejetes estaba ahí para verlo, Gojo ya estaba complacido. Entró al auto, alejándose de la escuela. A Gojo poco le importó si iba a reunirse con el mismísimo diablo, después de todo él podía lidiar con eso y más.

Live Another Life [GoFushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora