CAPITULO V. Cierre Diario Madrid, Revolución Claveles, etc.

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Los derechos de autor ésta novela están protegidos por el registro de la Propiedad Intelectual con el número de asiento 09/2013/2296 de Valencia (España)

CAPITULO V

Dicen que la historia se repite. Yo siempre creí que la historia se escribía todos los días… pero oigan ¡Que equivocado que estaba! Lo digo por lo siguiente: a principios de la década de los 80…

-¿Miguelito, de que siglo?

-¡Ostias pues del siglo XVI…! En mi primera vida, yo era un mujeriego empedernido, bueno y ahora en este siglo XX-XXI sigo igual ¡Joder, es que prosigo la misma marcha de putero contumaz! Recuerdo sobre todo a una “chorba” que le “tiraba la caña” y me la llevaba al catre… ¿O me llevaba ella a mí? Para que me entiendan, hacíamos el “ñaca, ñaca”.

Pues eso, en mi primera vida, entre todas, hay una “pava” especial que no se me olvida… ¡Ay, Ana, que “rollo” más sabroso eras! Lo malo que el “pringao” de tu marido, Alfredito… ¡Qué mal llevaba los “tochos”! con lo bien que le sentaban y a mí me molaban “mogollón” ¡Pero coño… que caro me salió echarte unos “polvos”…! Y encima te me quedas preñada de mí. Menos mal que siempre he sido un caballero y reconocí como hija mía a ese “yogurín” de Isabelita Saavedra -la reconocí con mi segundo apellido, claro, que nadie se confunda-.

Ya saben que soy un suertudo. Va y un buen día, en ésta mi segunda vida, se me presenta y cuela en el  despacho que me adjudicaron -Despacho… yo diría más bien pocilga- una “piba” de nombre Lina ¡Que tenía una ”gamba”! Me “molaba” un “puñao” ¡Qué mujerrrrr…! ¡Qué mareo de curvasss…! ¡Señor…porqué haces cosas asííí! De repente, se me pone a llorar la “piba” sin decirme ni buenas tardes…

-¡Miguelito, le hiciste algo malo, seguro ¡

-Eso mismo me dije yo ¿Habré hecho algo malo?-me preguntaba para mis adentros… ¡Pues no, no hice nada malo, o sí, no sé. Total, que según ella, estaba usurpando a su padre el honroso título de recaudador de impuestos, o de perseguir morosos de la hacienda pública, que viene a ser lo mismo o casi.

Que sí ahora ella estaba sola y en “pelotas” en el mundo mundial, que a su querido “pureta” lo habían metido en el “trullo”, según ella sin motivo, y que todo era falso, que no se había quedado ni un miserable duro ¡Que era un santo, vamos! incapaz de una villanía así y bla bla bla.

Yo la miraba embobado, o sea, como un “toly”, no podía ni articular palabra… ¡Qué “buenorra” estaba la “pavaaa”! De repente, dio una palmadita en la mesa del despacho y me dijo:

-¿Está usted aquí o dónde?...

-¡Aquí, aquí! le contesté. Pero… ¿Perdón… decía usted? ¡Así, lo del “trullo”! ¿Qué pasa con el “trullo”?

-¿Oiga, está usted así de “vacilón” siempre? ¡Porque si de natural es usted tan “vacile” me las piro! me contestó un poco mosca. Yo casi ni la oía, tan sólo pensaba la manera de que un tipo tan esmirriado como yo, pudiera comerse aquel merengue tan apetitoso. Sin darme cuenta le solté:

Yo, Cervantes y la puta EspañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora